bilbao. El Museo Guggenheim Bilbao acoge hasta el próximo 11 de septiembre la primera exposición a gran escala de la colección del financiero e inversor griego Dimitris Daskalopoulos, considerada una de las colecciones privadas de arte contemporáneo más importantes del mundo.

Alrededor de 4.000 metros cuadrados han sido necesarios para exhibir las cerca de 60 obras de 31 artistas que forman El intervalo luminoso, que toma su nombre del concepto del escritor griego Nikos Kazantzakis de que la vida es un intervalo de luz durante el cual la descomposición y el deterioro son requisitos indispensables para la recomposición y la renovación. El director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, aseguró ayer que el centro bilbaíno vive "un momento histórico" con esta exposición. La inmensa mayoría de las obras seleccionadas de la colección de Daskalopoulos para su exhibición en la capital vizcaína son grandes instalaciones que llegan a ocupar galerías enteras. Este es el caso de Exhumando la glotonería: otro réquiem, en la que Wangechi Mutu refleja la gula de la sociedad actual, y de Chrysler Imperial, en la que Mathew Barney proyecta la película de la demolición del edificio Chrysler de Nueva York e inmortaliza en cinco unidades escultóricas un momento de ese derrumbe.

En otros casos, en lugar de una instalación los autores están representados por un grupo de obras representativas de su trayectoria, como es el caso de Robert Gober, que a través de seis de sus trabajos muestra su interés por la vida, por el cuerpo humano y por objetos cotidianos que moldea hasta convertirlos en representaciones del cuerpo humano.

También muestran su interés por el cuerpo humano Kiki Smith, una de las artistas más conocidas de la muestra, que exhibe en sus obras entrañas o materia fecal; Paul McCarthy, cuya escultura Cabeza de tomate se ha convertido, según Spector, en la "mascota" de la exposición; y Marina Abramovic, quien, mediante una proyección de vídeo en cinco monitores, muestra el proceso de limpieza de un esqueleto.

'cameos' Junto con las instalaciones o el conjunto de obras de un autor, la muestra incluye cameos de artistas, como el de Paul Pfeiffer, que en su propuesta Los Santos se hace eco de la victoria de Inglaterra sobre Alemania en el Mundial de fútbol de 1966 mediante la reproducción del sonido de las gradas durante el partido y la proyección del propio partido, entre otras imágenes.

Otro cameo es el de Rivane Neuenschwander, quien para crear Contingente pintó un globo terráqueo utilizando miel y después filmó cómo los mosquitos se comían poco a poco todos los países hasta su desaparición, como símbolo de la erosión del planeta.

La muestra de Bilbao, según explicó ayer durante la presentación de la misma a los medios la comisaria de la exposición, Nancy Spector, refleja que "uno debe vivir la vida con el conocimiento de lo inevitable de la muerte" y que en ella los artistas plasman en sus obras "la coexistencia de opuestos que definen la vida y la condición humana".

De hecho, el museo ha dispuesto las obras en galerías bautizadas para la ocasión como Interior y exterior, Contención y constreñimiento, Transgresión y transformación e Individualidad y colectividad. Spector agregó que una de las galerías que no cuenta con una denominación temática específica podría llamarse "fragilidad y exceso" ya que ambos conceptos quedan plasmados en las instalaciones que acogen.