madrid. La vicepresidenta de la Academia de Cine, Icíar Bollaín, acusó ayer al presidente de esta institución, Álex de la Iglesia, de haber abierto "una crisis innecesaria y muy dañina" en el cine español tras su decisión de dimitir en desacuerdo con el nuevo texto de la Ley Sinde. "No considero que sea el papel del presidente de la Academia mediar en una ley ni participar en su redacción", aseguró la directora en un duro comunicado hecho público al día siguiente de que la junta directiva de la institución acordara que De la Iglesia se mantenga como presidente hasta nuevas elecciones.

De la Iglesia anunció el martes a través de la prensa su decisión de dejar su cargo al frente de la Academia de Cine tras la gala de los Goya del 13 de febrero. En las horas siguientes, el realizador se comunicó casi exclusivamente a través del Twitter, lo que le hizo el jueves mostrar su arrepentimiento: "Debería haber hablado antes con la Academia", aseguró. Bollaín adelantó que no se presentará a estas elecciones, que deberán convocarse en un máximo de tres meses, y afirmó que "Álex de la Iglesia en las últimas semanas ha estado representándose a sí mismo y no al colectivo que le votó" en 2009. La directora de También la lluvia precisó ayer que cree que el realizador "no ha respetado el sistema democrático que rige la Academia ni a su junta ni a los distintos equipos que están trabajando en ella". "Desde el principio me pareció que si quería dimitir, debía hacerlo y marcharse en ese momento", aseguró Bollaín, que al final apoyó el consenso de la junta de que el realizador permanezca en su cargo hasta nuevas elecciones. "He tratado de mantenerme al margen de la polémica y que mi postura no creara más conflicto", dijo Bollaín, para añadir: "Estoy deseando que la Academia vuelva a la normalidad y un nuevo equipo asuma los cargos".

loca academia de cine La rocambolesca dimisión de Álex de la Iglesia como presidente de la Academia de Cine es el enésimo capítulo de una institución que, con enfrentamientos añejos con directores como Almodóvar y Garci, no gana para disgustos. "Cuando la fundamos pusimos dos condiciones: que no fuera reivindicativa y que la gente fuera a los Goya de esmoquin. No nos han hecho caso en ninguno de los dos casos", decía el fallecido García Berlanga. La dimisión de De la Iglesia vuelve a contradecir esa máxima. La Academia de Cine, creada el 12 de noviembre de 1985, nació con el propósito de "impulsar la promoción nacional e internacional del cine español, defender a sus profesionales y analizar la situación de la industria y del propio cine español". Pero del dicho al hecho, como dice el refrán, hay mucho trecho. Algunos de los cineastas internacionalmente más reconocidos han tenido sus sinsabores con la Academia y la politización de las galas de los Goya ha contribuido a la mala imagen del cine español. José Luis Garci se dio de baja un día antes de los XIII Goya, en la que su película El abuelo tenía 13 nominaciones, tras ser acusado de compra de votos y bajo el argumento de que la Academia retenía un informe que le deja "fuera de toda sospecha". Aitana Sánchez Gijón, presidenta de la Academia no sin polémica tras la dimisión de Borau, dijo en la apertura de aquellos Goya que esta institución "será fuerte si respetamos su fragilidad".

Pero el caso Garci no acabó allí: cuando su filme You Are The One fue preseleccionado para el Oscar en 2001, Rosa María Sardá, académica, mostró su estupefacción porque había sido estrenada en solo un cine. Marisa Paredes, entonces presidenta de la Academia, no ayudó al decir: "No sé qué pasa que cada vez que el señor Garci hace una película se produce una polémica", para cabreo del director. La actriz, que también dimitiría en 2004 aunque por razones profesionales, había asumido el chaparrón de una de las ediciones más polémicas un año antes: la del famoso No a la guerra. La politización de aquella gala causó malestar en el Ministerio de Cultura y Eduardo Campoy pidió la dimisión de Paredes tras calificar de "desfachatez" lo ocurrido en la ceremonia.

Álex de la Iglesia, en cambio, trabajó por la cohesión del sector, consiguiendo la aparición sorpresa de Almodóvar en los últimos Goya. El realizador, tras disgustos como salir de vacío con las 15 nominaciones de Átame, se dio de baja en 2004 al recibir La mala educación sólo 4 candidaturas. Cuando Volver fue la gran vencedora en 2006, no acudió a la gala. En 2004, la presidenta entonces era Mercedes Sampietro, que al dejar el cargo se llevó un nuevo disgusto: no se presentó ninguna candidatura para la presidencia de la Academia y tuvo que aguantar hasta 2006, cuando le sustituyó González-Sinde.