Fallece en Las Vegas el actor Tony Curtis, el galán que se convirtió en mito del cine
protagonizó "con faldas y a lo loco" o "los vikingos"Muere a los 85 años, víctima de una enfermedad crónica pulmonar que arrastraba desde 2006
Vitoria. Billy Wilder, Vincente Minnelli, Richard Fleischer, George Sidney, Elia Kazan, Anthony Mann, Stanley Kubrick... Son sólo algunos de los realizadores para los que trabajó, a lo largo de su prolífica carrera, el actor Tony Curtis, que fallecía ayer en Las Vegas víctima de una enfermedad crónica pulmonar que arrastraba desde 2006. Se va, en buena parte, cargado de su bien ganada fama de mujeriego, pero el rastro de cine que ha dejado es aún más imborrable.
Uno de los últimos grandes de la época dorada de Hollywood fallecía a los 85 años, víctima de un paro cardíaco. En julio del año pasado ya fue hospitalizado durante varios días debido a problemas respiratorios y contrajo una neumonía que estuvo a punto de costarle la vida en diciembre, y que incluso lo tuvo en coma varios días, problemas que siguió arrastrando durante este año.
Su hija, Jamie Lee-Curtis, anunció ayer su muerte. La muerte de Bernard Schwartz (Bronx, 1925), descendiente de judíos húngaros que, al término de la Segunda Guerra Mundial -sirvió en un submarino- se empezó a dedicar a la interpretación, primero en teatro y, posteriormente, gracias a un cazatalentos, en cine, con Universal Pictures.
Para empezar, le dirigió Robert Siodmark, en un breve papel en El abrazo de la muerte. Un año después, ya se rebautizaba Tony Curtis, el protagonista de joyas que a partir de ayer se revalorizarán en ciclos y colecciones. Sólo sus roles en Coraza negra (Rudolph Maté), Trapecio (Carol Reed), Los vikingos (Richard Fleischer), Espartaco (Stanley Kubrick) o El gran Houdini (George Marshall) ya lo avalan.
Pero su carrera estuvo marcada por lo extracinematográfico. Jill Vandenberg, 46 años menor que él, ha sido su última esposa. La última de seis. Consumado mujeriego -Marilyn Monroe, Natalie Wood...-, reconoció incluso que su matrimonio con Janet Leigh fue un acto promocional. Convivieron once años.
Favorecido por su físico -aunque poseía grandes dotes interpretativas-, sus problemas con alcohol y drogas convirtieron sin embargo la segunda parte de su carrera en un amasijo de películas mediocres, que cerró en 2005 con un episodio en CSI. Pero fue, claro está, Con faldas y a lo loco, la película por la que se le recordará siempre, travestido junto a Jack Lemmon. "Nadie es perfecto". Tampoco Tony Curtis. Pero deja para el cine ratos que, a veces, parecen serlo.