DONOSTIA. "La premura y la falta de condiciones idóneas estimula la creación. No hay manera de disfrutar si no se padece". El cineasta vizcaíno Álex de la Iglesia reivindicó ayer de esta guisa el camino del estoicismo para alcanzar el placer creativo, durante el acto en el que recibió el Premio Nacional de Cinematografía 2010 por su "transgresora" trayectoria profesional detrás de las cámaras, que ha "enriquecido sin duda el lenguaje del cine español". La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, presidió el evento, celebrado en el Teatro Victoria Eugenia.

"Me encuentro en un lamentable estado", comenzó el director -ya con el diploma en sus manos-, extremo que justificó por el hecho de "no haber dormido en 24 horas". De la Iglesia relató entonces que había perdido "dos aviones" en su regreso desde Toronto, tras lo que había vivido "una especie de incidente diplomático" en el aeropuerto de Nueva York. "Llevábamos con nosotros a un perro, con pasaporte y todo, pero no le dejaban volar. Después, vimos como en el billete mi apellido aparecía como Inglesia, por lo que tampoco podía volar", detalló, siempre divertido, arrancando las risas del abundante público -periodistas, gentes del cine y políticos, sobre todo- congregado en la cita.

Este ejemplo sirvió para que el director de la recientemente laureada Balada triste de trompeta, León de Plata a la mejor dirección y Osella al mejor guión en Venecia, profundizara en la sensación de éxito que vive estos días, más que nunca, en su dilatada trayectoria. "Esta película, al igual que mi vida, ha ido a contrarreloj", afirmó. De ahí que achacase el buen resultado del filme a "la premura y a la falta de condiciones idóneas" que, en su opinión, "estimulan la creación". "Desgraciadamente es así. Aunque no sé por qué, a través del sufrimiento se llega al placer", añadió, una reflexión que puede tener su origen en el hecho de haber estudiado "en un colegio de jesuitas". "Hay que acostumbrarse igual a las condiciones que tenemos para crear y para convivir. Con mi última película he sufrido más que nunca y, sin embargo, he conseguido acostumbrarme a ello. A partir de esta idea quizá podamos hacer algo de lo que estemos orgullosos", cerró su intervención.

Clausuró el acto la original intervención de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, quien calificó a su colega de "terco como una mula, voraz, obsesivo y discutidor". "Dicen de él que hipnotiza a la gente, que te toca el lóbulo de la oreja y consigue lo que quiere", planteó.

Además de sacar a colación una frase del propio Álex de la Iglesia ("Es más real Tintín que la portera de mi casa"), la ministra enumeró algunos de los méritos del cineasta. Según ella, ha recibido el Premio Nacional de Cinematografía, entre otras cosas, por "dar con la fórmula adecuada" en sus películas y por su habilidad de conformar "repartos con lo mejor del cine español de todas las generaciones". Asimismo, elogió su labor como presidente de la Academia el Cine. "En este negocio de francotiradores, no hay muchos que den un paso al frente para defender el fuerte de todos. Aunque en la ceremonia de los Goya dijo que no era tan importante, tú, Álex, sí lo eres".