Venecia. La belleza y el horror del mundo del ballet inauguraron ayer la Mostra de Venecia en la desconcertante Black Swan, una arriesgada pirueta de un director imprevisible como el estadounidense Darren Aronofsky, quien se apoya en la ductilidad de Natalie Portman para mantener un difícil equilibrio.

Aronofsky, ganador del León de Oro hace dos años por El luchador, regresó con honores al Lido veneciano con una suerte de respuesta a aquella cinta: si entonces escarbó en la bestia para hallar belleza, ahora explora la exquisitez de una bailarina para descubrir tras ella a un violento animal. "El mundo del ballet y el de la lucha están muy relacionados. Son cuerpos sometidos a una intensidad física muy grande, aunque cada historia tiene, desde luego, su propio estilo", explicó el cineasta, quien se ha inspirado en El lago de los cisnes, de Tchaikovsky, para tejer su enfermizo filme. Black Swan, aprovechando la dualidad del ballet del compositor ruso entre el cisne negro y el cisne blanco, está confeccionada con extremos que se tocan: disciplina y descontrol, pasividad y agresividad, realidad e imaginación, virginidad y pecado, dolor y placer. "Es una exploración del ego artístico. Ese narcisismo que crea atracción y rechazo por uno mismo", aseguró Portman. "El cisne blanco representa a alguien que actúa buscando corresponder a lo que los demás esperan de ella. El negro piensa en satisfacerse a sí mismo", resumió la actriz, quien, para preparar el papel, entrenó durante más de un año y, en los últimos seis meses, dedicó a su forma física una media de cinco horas al día.

Con Barbara Hersey como madre castradora, Winona Ryder como bailarina en decadencia y Vincent Cassel como magnético director de la compañía, Aronofsky forma las piezas de un puzzle opresivo y angustioso en el que sólo hay una meta: la absoluta perfección del espectáculo. Respecto a la dirección, Aronofsky, si bien mueve su cámara con elegancia, apuesta por un lenguaje más explícito.

Violencia Por su parte, Robert Rodríguez presentó fuera de concurso Machete, en la que prende la mecha de una revuelta de inmigrantes mexicanos contra la corrupción en EEUU. En un momento en el que está muy de actualidad la controvertida y restrictiva ley de inmigración de Arizona, el tejano ofrece una visión tan particular, como sangrienta y, en ocasiones, disparatada de la situación que los inmigrantes mexicanos viven a uno y otro lado de la frontera, a través de 105 minutos de película en la que los tiroteos vienen acompañados por la obsesión casi enfermiza por las armas blancas del protagonista, un ex policía federal de México apodado Machete y al que da vida el estadounidense de ascendencia mexicana Danny Trejo.