Madrid. El mundo del cómic vive un momento dulce. Poco a poco se va otorgando relevancia a un género que hasta unos años parecía el hermano pequeño de la literatura. Hace tiempo que ya se habla de "novela gráfica".

Paul se muda, del autor canadiense Michel Rabagliati, ha dado un nuevo giro al cómic autobiográfico para relatar, de forma tierna y fresca, la importancia de los pequeños momentos, una apuesta arriesgada dentro de un género que se ha popularizado a través de complejas historias personales.

En Paul se muda, de la editorial Astiberri, Rabagliati recupera a su alter ego Paul -un personaje que comparte evidentes semejanzas con la vida del propio ilustrador- para contar su paso desde la adolescencia hasta la vida adulta.

En las primeras páginas del libro el lector asiste al momento en que Paul y su novia, Lucie, se independizan y se van a vivir juntos. A partir de ese momento el autor recupera, mediante un salto en el tiempo, la narración de cómo la pareja se conoció siendo estudiantes de diseño; un relato que va más allá de la propia historia de amor para centrase en el proceso de descubrimiento de uno mismo tras la adolescencia.

En la segunda parte del libro, la más cómica, marcada por la sucesión de anécdotas, se da a conocer la vida y el día a día de Paul y Lucie, y cómo la convivencia conlleva también la evolución de cada individuo de la pareja.

estilo desenfadado Influido por tebeos clásicos franceses como Tintín, Astérix y Obélix o Spirou, el estilo de Rabagliati es desenfadado, con una composición muy limpia de viñetas en blanco y negro, y personajes alargados y expresivos, bien caracterizados a pesar de la ausencia de trazos.

Al igual que sus tres trabajos anteriores, Paul en el metro, Paul se va de pesca y Paul consigue un trabajo de verano; Paul se muda puede encuadrarse dentro del género slice of life (trozo de vida), por su marcado carácter autobiográfico y su recreación de la realidad cotidiana.

Un carácter que se remarca al final del libro, con la inclusión de una fotografía, que había sido previamente dibujada en viñetas, para aportar realismo al propio relato.

Lejos del egocentrismo, sin embargo, la narración de la historia de Rabagliati es fluida y de lectura dinámica, mezclando de forma natural la seriedad, el drama y la ternura, con gags puramente cómicos que dotan al relato de un punto desenfadado.

"El lenguaje de los diálogos es el de todos los días, el que podríamos escuchar en la cocina o en el salón de gente normal. Es una familia normal a la que pasan cosas normales, pero de las que intento sacar poesía para hacerlas interesantes", explicó el autor.

La novela, que fue galardonada con el premio Doug Wright al mejor álbum publicado en Canadá en 2006, se presenta así como una autobiografía fácil, que tiene poco que ver con Maus de Art Spiegelman o con la recreación de lo cotidiano de American Splendor, de Harvey Pekar, y que, para el autor, hace hincapié en la belleza de la vida. "No hablo de la vida privada de la gente, hablo de lo que encuentro bello en ellos. Creo que es lo que me gusta hacer en la vida: mirar lo que es bello en nuestro mundo", declaró.

Astiberri nació en marzo de 2001, y entre sus objetivos se marca el crear o publicar tebeos para un público adulto. Pero no se quedan en la edición de textos de autores vascos sino que extienden su trabajo hasta escritores anglosajones o francófonos, de los que publican traducciones. Uno de los últimos trabajos que ha visto la luz es el citado Paul se muda. Entre los éxitos de esta editorial también se encuentra María y yo, que saltó a la pantalla grande y se estrenó el pasado 16 de julio.