madrid. El fútbol, el Cristo de Velázquez y su Strad, como ella llama a su Stradivarius de 300 años, son algunas de las pasiones de la gran diva del violín Anne-Sophie Mutter, que ha vuelto a grabar las sonatas de Brahms porque era el momento de revisitar algo "tan cercano" a su corazón. La violinista, descubierta por Herbert von Karajan con 13 años, está "feliz" con su vida, con lo que hace y cómo lo hace, aunque, admite en la presentación de Brahms. The violin sonatas (Deutsche Gramophon) que quizá duerme "muy poco" y da "demasiados conciertos".
"Tienes que decidir cuánto quieres invertir en tu vida y cuánto en tu profesión y encontrar el equilibrio. Nunca he tenido una crisis que me haya hecho cuestionar lo que hago pero, aunque lo parezca, no es fácil tocar en Tokio y horas después en Nueva York", confiesa la artista, madre de dos hijos, de 18 y 16 años, que también requieren "una buena parte" de su atención. Mutter (Rheinfelden Baden, Alemania, 1963) se tomó tres meses sabáticos el invierno pasado para dedicarlos a su "amor" por Brahms y preparar las sonatas, "el corazón de la música de cámara", que ya había grabado hace 27 años. "Tampoco es tanto grabar dos veces lo mismo. Brahms está muy cercano a mi corazón y este repertorio es muy especial para mí", subraya.
La sonata en Sol Mayor, detalla, es "muy introvertida"; la de La Mayor, jovial; y la de Re Menor, "tan virtuosa", explica la violinista, que a través de su fundación para jóvenes intérpretes trata de "devolver a la sociedad lo mucho que la vida" le ha dado. El miércoles interpretó en el Auditorio Nacional piezas de Sarasate, Mendelssohn y Debussy en la primera parte y en la segunda la sonata en Re Menor -un concierto que repetirá hoy en A Coruña- al lado de su inseparable Lambert Orkis.