En el Kitsch no cabe sitio para la experimentación. Así lo ha decidido Javier Aldea, socio del local, que renegó hace ya tiempo de la cerveza industrial para imponer la dictadura de la cerveza artesana. Las catas, los combinados -entre el que asoma la cabeza con descaro el gin-tonic- y la música completan el universo del Kitsch. Un par de palabras son suficientes para comprobar el entusiasmo de Javi hacia el elixir dorado.

Cuenta con una amplia variedad de cervezas. Desde su privilegiada posición, ¿cuál prefiere?

La Westvleteren (cerveza belga elegida en 2005 por RateBeer, una página de cervezas de reconocido prestigio, como la mejor del mundo), aunque hay muchas variedades y me gustan muchas más.

¿Con cuántas cuenta usted en la carta del local?

Actualmente estamos gestionando una carta nueva con 25 cervezas para marzo. A estas le iremos añadiendo una nueva variedad cada mes.

¿Y son todas artesanas?

Todas son artesanas. Hace poco quitamos de la carta la última cerveza de fabricación industrial que teníamos. Creo que la gente que viene aquí no viene a tomarse una Heineken o una San Miguel.

Nómbreme alguna más que le guste, para que la gente se haga una idea del producto.

Por ejemplo tenemos Rochefort 10 y Hachel Extra Bruin, también entre las mejores cervezas del mundo.

Creo que también organizan catas.

En efecto. Sólo pedimos que el grupo sea de 15-20 personas. A partir de ahí damos fecha, encargamos un pedido a Bélgica, normalmente, aunque siempre suele haber cervezas de otros lugares.

Y qué me dice de los famosos gin-tonic del local.

Lo solemos servir con pepino y pétalos de rosa de Turquía. Las ginebras que más nos gustan son Hendrix y, sobre todo, G"Vine (también nombrada mejor Ginebra del mundo en el International Review of Spirits Competition, considerado el mundial de la especialidad).