berlin. La princesa Carolina de Mónaco ha accedido a declarar en defensa de su esposo, Ernesto Augusto de Hannover, en el juicio por una presunta paliza que el aristócrata habría propinado al propietario de una discoteca de Kenia.
Fuentes de la Audiencia de Hildesheim (norte de Alemania) anunciaron ayer que la princesa ha puesto una serie de condiciones a su comparecencia, como que se le garantice una "distancia de seguridad" con los medios de comunicación.
En la comparecencia, prevista para el 13 de enero, deberá respetarse una distancia de hasta 20 metros fuera del edificio y de tres en la sala de la audiencia donde se celebra el juicio.
Carolina ya se prestó a declarar el pasado noviembre, pero finalmente canceló su comparecencia por razones de agenda y alegó que debía realizar un viaje al extranjero.
Antes de fijar una nueva fecha, la Audiencia alemana envió una carta a la princesa preguntándole si estaba realmente dispuesta a declarar en el proceso y advirtiéndole de que los miembros de la cámara no se desplazarían a Mónaco para tomarle declaración.
El juicio contra Ernesto Augusto es el segundo que se realiza por la agresión sufrida en el año 2000 por Josef Brunlehner, dueño de un local de Kenia cercano al lugar donde los príncipes pasaban sus vacaciones, en la idílica e elitista isla de Lamu.
El príncipe fue condenado en 2004, tras varios recursos, al pago de una multa de 445.000 euros por la agresión al propietario del local, que fue ingresado en un hospital de Mombasa.
Ernesto Augusto afirma que sólo le dio un par de bofetones y no la paliza que su víctima asegura, y pidió que se reabriera el caso para presentar nuevos testimonios, entre ellos, el de su esposa.
Brunlehner contó que el príncipe apareció en su establecimiento capitaneando un grupo de vecinos y le propinó una paliza armado con un puño de hierro.
Las imágenes de Brunlehner ensangrentado y doliente en Mombasa dieron en su momento la vuelta al mundo y abundaron en la mala reputación del príncipe, quien en otras ocasiones reaccionó a paraguazos contra fotógrafos y de quien se conocen varios incidentes bajo los efectos supuestamente del alcohol.
El caso de Kenia generó una retahíla de subcapítulos judiciales, el penúltimo de los cuales la querella del príncipe contra su defensor, al que despidió después de que el letrado afirmara, a modo de atenuante, que el príncipe actuó bajo los efectos del alcohol
El príncipe ha mantenido múltiples pleitos contra la publicación de fotos de su vida privada, al igual que su esposa, o por ataques contra fotógrafos en algún arrebato de mal humor.