Son versos libres dentro de la realeza europea, díscolos incluso, pero pueden contagiar el Covid. Cuando más achuchan las restricciones sanitarias por culpa de la segunda ola del coronavirus, más relajados viven ellos. Fiestas sin mascarillas ni distancia de seguridad, botellón a morro e inauguraciones locas del Oktoberfest. Ya lo advirtió Isabel II en los 60: "Lo de Mónaco no es monarquía ni nada". Una expresión que bien puede colocarse ahora a Froilán y a su hermana Victoria Federica.
Todos queremos respirar rico, pero nos tapamos. Queremos viajar lejos, pero nos resignamos. La responsabilidad cívica y social exige estar a la altura de las circunstancias ante la segunda ola de la pandemia del coronavirus, más acusada y prematura de lo que esperábamos. Por ello, figuras públicas y políticas, artistas e intelectuales de primer orden, fueron los primeros en concienciar a la sociedad de la importancia del uso adecuado de la mascarilla.
El modelo celebrity. Aquí y allá. Dentro de nuestras fronteras (excepto Miguel Bosé), como fuera de ellas: basta con recordar a la estrafalaria Lady Gaga en los premios VMA’s 2020 de agosto. Pero en la realeza, como en el pueblo llano, también se halla la rebeldía pandémica. Corrillos de versos sueltos. Príncipes, princesas, infantes o infantas que jamás rozarán poder, pero que exprimen la dolce vita, la vida monárquica desde esa “distancia de seguridad que en la actualidad no respetan”, como bien detalla Cynthia Serna.
Porque los modernos hijos de la infanta Elena, sin duda, se han convertido en el mayor exponente público de esa parte de la juventud que ni cumple, ni se protege. Unos Donald Trump sin anaranjado, pero con buen apellido Borbón. Solo una semana después de que Vic desatara la polémica al ser captada por las cámaras a las puertas de su universidad sin mascarilla (y sin las requeridas distancias de seguridad), Froilán (de muy pocos Santos) también ha sido fotografiado pasándose por el arco del triunfo cualquier restricción sanitaria. ¡Botellón y cigarrillo en mano, eso sí! Dos de las muchas imágenes descocadas que circulan por las redes de los indómitos hermanos Marichalar.
Instantáneas escandalosas que esta semana también se han repetido en el corazón de Mónaco, donde el soberano ha sido pillado asistiendo a la inauguración del Oktoberfest sin cumplir ninguna normativa de seguridad. Y con un dócil y feliciano rostro de haber ingerido cuatro salchichas bierwursts maridadas con cinco jarras de cerveza tostada. El caso es que Alberto se relajó (estamos tan a gustitooooo, ya saben) y departió con los asistentes sin lucir mascarilla y sin mantener las distancias sociales que recomiendan las autoridades. Eso sí, con una cercanía y roce difícil de hallar en la seca y tiesa familia Grimaldi.