Lo bueno si acaudalado, dos veces bueno. Porque la pasión no entiende de edad, pero sí de carteras y cuentas bancarias cuando terminan el roce y el cariño. Bien lo sabe la 'socialité' con mayor verborrea 'osea': Carmen Lomana, que vive confinada desde enero con el argentino Hugo Jorge Vailanti, un promotor inmobiliario que hizo parné en sus años mozos con una compañía dedicada a las líneas eróticas, esos 902 que te llamaban 'papito' y finalizaban cualquier frase con el adjetivo 'rico'.
Quizá los más jóvenes desconozcan este hecho, pero hubo un buen tiempo, allá por los 90 (cuando las Mama Chicho concluían todas las emisiones telecinqueras y el mayor lujo en tu móvil -Nokia- era disfrutar de la culebra) que existían líneas fijas calientes. Es decir, teléfonos 902 cachondos a los que uno (o una) llamaba, previo pago por supuesto, para venirse arriba. Tras él, señoritas o señoritos exclamaban con voz dulce frases como "papito", "bien rico", "¿qué llevas puesto?" o "¡juguemos al gato y al ratón". Era, en aquellos inocentes años off-line, el erotismo del momento, aquel con el que uno se ponía bien recto viendo las portadas de Interviú o los músculos cantarines de un lozano Jesús Vázquez (Y yo te besé, recuerden). Era lo que había. Nada de Internet. Ni fibra óptica. Ni TikTok. Ni mucho menos Pornotube. ¡Pecadooo!
Y claro, ante la soledad de muchos, pues varios empresarios de compañías dedicadas a la explotación de líneas eróticas se forraron. Es el caso del magnate argentino Hugo Jorge Vailanti, un buen hombre elegante, pero aburrido, que también en 2014 estuvo detrás del lanzamiento de Uniqdate, aquella famosa web de citas solo para ricos. Un señor que no nos interesaría lo más mínimo si no fuese por su noviazgo actual con la socialité Carmen Lomana, con quien vive un intenso amor en tiempos de coronavirus desde el pasado mes de enero.
El caso es que este atractivo argentino sesentón, exmarido de Zita Serrano-Súñer, actual pareja de Alberto Palatchi, dueño de Pronovias (esto ya es salseo avanzado), se dedica actualmente a los negocios inmobiliarios en el calor de la República Dominicana. Precisamente, según recoge la revista Pronto, en ese país caribeño se conocieron gracias a un buen amigo en común, Jaime Martínez-Bordiú, que los presentó en una fiesta. De esas últimas que se celebraron antes de que estallara la pandemia mundial del coronavirus.