Este es el PP del moderado Alberto Núñez Feijóo. El que pone como número dos al dóberman Miguel Tellado y designa como portavoz en el Congreso a la esforzada y forzada atizadora Ester Muñoz. El primero, además de un tipo sin el menor escrúpulo que ejerce la política a base de exabruptos a mayor gloria de los titulares, fue en tiempo no muy lejano un nacionalista gallego de izquierdas. Tal vez a cualquier otra persona cabría aplicarle el beneficio de la duda y concederle el derecho que tenemos todos a evolucionar. En este caso, de sobra está demostrado que el tipo es un mercenario con bandera ideológica de conveniencia. En cuanto a la ascendida a vocera parlamentaria, no se puede negar que haya trabajado con denuedo para hacerse con el favor de su señorito. Tuitera acelerada, no hay día en que no difunda media docena de lisonjas melosas hacia don Alberto y otra media de diatribas biliosas contra el rojoseparatismo en general y Pedro Sánchez en particular. Basta como retrato que en su perfil de X tiene fijado un video del día más feliz de su vida, el 20 de noviembre del año pasado, cuando, por ausencia del mentado Tellado, la dejaron debutar con picadores en el hemiciclo y se puso fina a echar cagüentales contra la todavía entonces vicepresidenta. “Hoy he desmentido varios de los bulos de Teresa Ribera y del Gobierno”, se jactaba la recién ascendida en el organigrama genovés. A falta de lo que diga la lideresa in pectore del PP, Isabel Díaz Ayuso, la elección de este par de dóciles camorristas es toda una declaración de intenciones de por dónde va a seguir mordiendo Feijóo tras su reencumbramiento el próximo fin de semana. Por si alguien lo dudaba, se impone la línea más áspera, con la pretensión de crecer a costa de Vox, cerrando los ojos a la realidad que impone que, llegado el caso, por muy buen resultado que obtengan, seguirán estando en manos de los abascálidos… como, de hecho, ya lo están ahora mismo. Y luego querrán hacer amigos.