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Imaginarium Lab

Imaginarium Lab

“Sólo los niños saben lo que buscan”, escribía Antoine de Saint-Exupéry en El Principito. Pero en la cultura adulta, la voz de los más pequeños es a menudo desechada. Se les considera aprendices, en proceso de maduración, como si aún no estuvieran listos para aportar algo al mundo. Sin embargo, su forma de mirar el presente está despojada de cinismo, prejuicio o convenciones establecidas. Son exploradores de lo inmediato, observadores sin el lastre de la costumbre, y en esa capacidad de asombro reside su lucidez.

Con esta idea, Zas Kultur ha puesto en marcha un proyecto anual con un enfoque genuinamente educativo: Imaginarium Lab. Un laboratorio que se construye sobre una certeza: los jóvenes no son recipientes pasivos del conocimiento, sino agentes de cambio. No hay que esperar a que “sean el futuro”, porque ya están aquí, con sus preguntas afiladas, con su forma irreverente de entender el mundo y su impulso para transformarlo. Este espacio de imaginación les proporciona las herramientas para canalizar esa energía en proyectos que cuestionan, expanden y desafían la cultura establecida.

“Solo es imposible aquello que nunca se intenta”, decía Alicia mientras atravesaba el País de las Maravillas. Con esta premisa, cada viernes de 18.00 a 20.00 y cada sábado de 12.00 a 14.00 horas, en el espacio cultural Zas Kultur, cualquier chaval de 10 a 17 años que quiera desarrollar su potencial puede hacerlo, previa inscripción, en un laboratorio donde el arte no es un ejercicio formal ni un pasatiempo escolar, sino una metodología de pensamiento y acción. No se les instruye para replicar modelos, sino para desmontarlos, reconstruirlos y generar otros nuevos. Desde el análisis del turismo hasta la reinvención del dinero, desde la exploración de la ciudad como un escenario de ficción hasta la creación de micro-museos portátiles o el diseño de un escape room, en Imaginarium Lab se trabaja con la certeza de que la creatividad no es una habilidad decorativa, sino una herramienta para intervenir en la realidad.

Mientras el mundo adulto insiste en establecer límites, en definir lo posible y lo imposible, estos jóvenes trabajan en otra dirección: cruzan disciplinas, mezclan formatos, imaginan, proyectan y proponen lo inesperado. No están preocupados por la utilidad inmediata de sus ideas, sino por su capacidad de abrir caminos. En este sentido, su lucidez no radica en una supuesta pureza infantil o adolescente, sino en la ausencia de las barreras autoimpuestas que tantas veces limitan la imaginación y la creatividad de los adultos.

Imaginarium Lab no es una actividad extraescolar ni un programa educativo convencional. Es un laboratorio que reivindica el derecho de los más pequeños a pensar el mundo y transformarlo desde ahora. Y es un recordatorio de que la innovación no siempre viene de quienes acumulan años de experiencia, sino de quienes, como Peter Pan, aún recuerdan cómo volar.