Es usted una apisonadora, señor mío. Una apisonadora lo destruye todo para construir algo nuevo. Es un análisis muy simplista éste de la apisonadora. Primero, hay que tener esa apisonadora –que en su caso es de recorrido planetario– y después, se debe dirigir su rodillo implacable en la dirección correcta. Usted tiene esa apisonadora y tiene los validos perfectos que le indicarán con entusiasmo la dirección, la presión necesaria y el tiempo. Nosotros, el resto de mortales de esta pequeña aldea esquilmada por tipos como usted y sus validos, le decimos generosamente que se sirva, que se sirva usted. Somos tipos generosos, ínfimos, que solo queremos vivir. Extraña cosa esta del vivir. Mire, tómese Groenlandia, parece que se ha encaprichado y no le negaremos ese capricho. No es por romanticismo que usted se ha encaprichado del hielo, ni por un cálido amor por su deslumbrante belleza: puestas de sol de un naranja tibio, horizontes boreales de un verdor de selva balsámica, renos y osos polares entrañables. No. Una terrible debacle que usted y sus validos han provocado harán que el deshielo en Groenlandia dé lugar a la apertura de nuevas rutas marítimas que controlarán la navegación del mundo, debajo de la tierra negra y el hielo movedizo está el petróleo y los muchos materiales preciosos que necesita la nueva tecnología de lo inmediato. Usted insiste en la explotación petrolífera, en el fracking en concreto, que destruye la tierra de manera inmisericorde. Existen otras alternativas a la necesidad energética mundial que usted y sus validos niegan. Ignora que en Groenlandia viven casi 60.000 inuits, que no es una medida ni un concepto. Son personas humanas que viven ahí antes de que usted naciera y de que sus padres emigrantes posaran sus reales en Estados Unidos. En su capital, Nuuk, ya se asentaron sus pobladores en el III milenio AC, tienen su cultura y su lengua y quieren preservar sus modos de vida que son naturales y respetuosos con la naturaleza y con los hombres.

Sírvase, Mr. Trump Por Javier Corres

Sírvase también Canadá, Mr. Trump, pero hágalo con elegancia, mantenga su esencia francófona y su actitud naturista y neutral. Sírvase también el Golfo de Méjico y el Canal de Panamá. Olvide que ya se apropiaron ilegítimamente, la mitad de México y sírvase la otra mitad. Claro que todo esto que usted se sirve debe hacerlo con todo su contenido. Deberá preservar y procurar el mayor bienestar para las personas que allí viven y vivieron.

Sírvase todo África también. No son rubios con ojos azules pero contiene infinitos recursos de toda índole. África. Deberá cargar con la hambruna y todos los problemas de pobreza extrema y desigualdad hiriente, de brutal explotación de niños y de un millón de problemas fronterizos y raciales. Usted puede cargar con eso y con más.

Sírvase también Oceanía y Australia, anexiónese Rusia y Ucrania, los Países Bálticos, Turquía. Bastará con que tenga una pequeña charla con Putin o envíe a su valido Musk a ofrecer Marte como trueque. De Europa, qué decirle. Es la madre de la cultura, de la filosofía, de la música, sus catedrales dejan sin habla a cualquier mortal. Claro, que usted, Mr. Trump, es inmortal. Sírvase de Europa también. Si me dejo algo, las Filipinas, Japón o la China, sírvaselas también. Musk o Bezos o Zuckerberg sabrá qué ofrecer. Del imperio británico nada queda ya, pero ya es suyo y ya era suyo. La India y el mundo árabe se conformarán con cualquier chuchería militar. No se preocupe. Solucione la hambruna, señor.

En fin, sírvase el mundo, Mr. Trump. Somos, en general, gentes pacíficas y anodinas que solo queremos vivir en paz. En nuestra pequeña casa con nuestras pequeñas cosas. A algunos, qué ordinariez, nos gusta pintar y escribir el mundo.

Sírvase el mundo, Mr. Trump, con todo lo que contiene. Después hablamos. Hablaremos.

Escritor