Cogido el carrete de las fake news y siendo perezoso, decido continuar sin obligarme a hacer el esfuerzo de cambiar de tema, y pillo en la página 12 de un periódico la denuncia de que el debate parlamentario sobre noticias falseadas terminó mal, reprochando entre líneas el voto negativo de los grupos que no son Bildu ni Sumar en un tema tan grave. En la página 14 informa “cerca de 37.000 menores vascos no pueden acceder a lentillas o gafas por el gasto que suponen” y, tras desglosar datos, solo citan que el estudio lo ha hecho la asociación Visión y vida.

Me puse a la tarea y descubrí que el estudio se basa en apuntar el porcentaje de pobres que hay en cada Comunidad según datos del INE, al que le aplican el porcentaje genérico de niños y niñas que hay con déficit visual, que lo saben a base de tener clientes. En ningún momento se analiza si los más pobres tienen peor visión por su pobreza o, al contrario, aguzan la vista dada su situación. Aplican la lógica matemática de parvulitos, eso sí, en documento de colores para concluir que hay “pobreza visual”, una más de las tantas pobrezas en que vamos parcializando la una y única pobreza, que lo es para todo.

Lo preocupante es que el medio que lo difunde no profundiza más, y a nada que uno se meta en la página web de la tal “Visión y vida” descubre que la conforman las asociaciones de cadenas de ópticas y de empresarios de óptica.

Y, ¡cómo no!, el estudio pide que las administraciones financien sus gafas y lentillas a los pobres visuales.

Una fake news no es solo mentir, también es faltar a la verdad completa o no citar las fuentes y dar medias certezas, sobre todo si el tema es de fácil apreciación, porque si lo de D. Arnaldo opina o advierte es subjetivo y de difícil discernimiento, es objetivo y está chupado saber que quienes piden dotar de más gafas a las y los niños son los empresarios del sector. Quienes, por cierto, para aliviar la pobreza visual infantil, podrían hacer descuentos en gafas y lentillas.