Lo que está viviendo Venezuela en estos últimos días es una verdadera muestra de democratura y cleptocracia. El mundo entero está viendo cómo un régimen totalitarista secuestra la voluntad del pueblo soberano.

Las elecciones del 28 de julio celebradas en Venezuela pasarán a la historia de Venezuela y del mundo como las elecciones que mostraron cómo funciona el fraude electoral. El régimen de Nicolás Maduro se aseguró de tener de su lado el CNE (Consejo Nacional Electoral), los jueces, los medios de comunicación y, sobre todo, a las fuerzas armadas del país. El poder bruto, el que impone el miedo y derrama la sangre del pueblo sin miramientos, olvidándose que los soldados son el pueblo y por lo tanto deberían estar con el pueblo.

Varios países africanos acompañan de cerca las acciones de protestas que se están llevando a cabo por el pueblo venezolano, tanto dentro del país como en la diáspora. Lo ocurrido en Venezuela es similar o igual a lo que ocurre en varios países africanos. En Angola, por ejemplo, las elecciones celebradas en agosto de 2022, también fueron secuestradas las actas por el régimen. El CNE, los jueces, los medios de comunicación y las fuerzas armadas semanas antes de las elecciones fueron beneficiarias de aumentos salariales, coches, viviendas y otros beneficios individualizados para que tuviesen claro con quién posicionarse.

La población angoleña intentó salir a las calles para mostrar su descontento y fue inmediatamente frenada por las fuerzas armadas. Todo el país estuvo fuertemente militarizado para evitar que la población se pronunciase. Hasta el momento, nadie sabe dónde han ido parar las actas y el gobierno, que lleva cerca de 50 años en el poder, se auto declaró victorioso. El pueblo ha tenido que tragar. El Gobierno de Angola, quien al igual que Venezuela, siempre estuvo aliado a Rusia, China, Cuba y mantiene excelentes relaciones con el gobierno actual de España, tiene a su población en la peor de las miserias y pobreza. Hay un éxodo masivo de la población. Anualmente llegan a la Unión Europea pidiendo asilo y refugio miles de angoleños, especialmente a Portugal, su antigua colonia. La ONU, la comunidad internacional, miraron hacia otro lado ante el fraude electoral, dejando claro que cuando un país es rico en recursos minerales, como el petróleo, diamantes, coltán, litio… no se oyen los clamores de este pueblo, sino las ofertas económicas del gobierno.

Senegal ha sido el país en África que ha mostrado que, cuando el poder judicial, las fuerzas armadas y las autoridades tradicionales no se venden, el pueblo gana. En este país, el presidente cesante, el Sr. Mack Sall, quiso aferrarse al poder, cambiar la constitución… El pueblo dijo no. Los estudiantes de la Universidad de Dakar llevaron a cabo una serie de protestas, paralizando el país y lograron que se realizasen elecciones libres, justas y transparentes, dando la victoria a dos jóvenes opositores, Diomaye Faye (presidente) y Ousmane Sounko (primer ministro).

Se está viendo igualmente en Bangladesh, este país asiático en donde, después de un año de protestas estudiantiles, la primera ministra Sheikh Hasina, que gobernaba el país desde 2009, ha dimitido, teniendo que huir del país en helicóptero hacia la vecina India. El poder reside en el pueblo, ha quedado claro.

En este momento, todas las miradas están puestas en Venezuela y en las acciones de su diáspora. En Euskadi, la diáspora venezolana está convocando y realizando varias protestas, reclamando la entrega de las actas, el apoyo de la comunidad internacional y la salida inmediata del dictador Nicolás Maduro. De un total de cinco millones de venezolanos en el extranjero con derecho a voto, de los siete millones que han abandonado el país, menos del 2% pudo ejercer su derecho al voto en las elecciones del 28 de julio. En el País Vasco, buena parte de la diáspora venezolana ha lamentado no haber podido ejercer este derecho. El régimen se aseguró de que apenas pudiesen votar aquellos que son afines a él. Aun así, pese a todos sus esfuerzos, la oposición venezolana encabezada por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia asegura que ha ganado las elecciones con un 70% de los votos, contradiciendo lo que apunta el régimen, quien insiste en dar la victoria a Nicolás Maduro con un 51% de los votos frente al 44% obtenidos por María Corina y Edmundo González. Lo cierto es que Nicolás Maduro no está consiguiendo demostrar tanto a Venezuela como a la comunidad Internacional, de dónde ha sacado los datos que presenta, mientras la oposición sí lo ha hecho a través de las copias de las actas de las mesas electorales.

Quien no debe no teme y, por lo tanto, no oprime. En las protestas en Venezuela, se reportan varios encarcelamientos, asesinatos, persecuciones, amenazas y sobre todo miedo, miedo por parte del régimen que está viendo la fuerza de un pueblo cansado de sufrir, de migrar, de despedirse de los suyos; miedo, de este pueblo valiente que, desde todos los rincones del mundo, está gritando fuerte “Queremos volver a casa”; “devuélvenos nuestra casa”. Pero, para que vuelvan estos millones de venezolanos dispersados forzosamente por el mundo, se tiene que ir Nicolás Maduro.

La libertad de Venezuela es la libertad de los pueblos oprimidos, los pueblos oprimidos de Latinoamérica y los pueblos oprimidos de África y el mundo. Lo que logren los venezolanos será el camino a seguir para muchos. África entera, los pueblos democráticos, están con Venezuela y con su valiente pueblo. l