Hoy se celebra en el Parlamento Vasco el primer pleno ya de materia de la legislatura. Para los supersticiosos, les diré que se trata de la legislatura número 13, lo que quizá les espante. A otros, en cambio, les parecerá un posible síntoma de que la cosa irá mejor que nunca (Ez Dok Amairu). Esperaremos al pleno número 13 de esta 13ª etapa para comprobar cómo transcurre. En cualquier caso, conviene empezar por cuestiones básicas. En estas últimas semanas se ha ido apelando a algunos conceptos ciertamente confusos de los que –hablando de supersticiones– mejor sería huir como de que se te derrame la sal encima de la mesa. Uno es el famoso “mandato popular” al que tantos y en tantos sitios apelan. Lo vemos tras las elecciones en Catalunya y también en Euskadi. Por ejemplo: “Tenemos el Parlamento más abertzale de la historia” si operamos sumando escaños, dividiendo bloques y restando valor y sentido al voto de cada uno de los ciudadanos y ciudadanas, lo que termina multiplicando lo problemas. El “mandato popular” no existe salvo que se trate de un plebiscito o un referéndum. Aunque algunos sigan “en sus trece”. La otra matraca es la de la “cortesía parlamentaria”. Al contrario del asunto anterior, esta sí existe pero no en el sentido que se invoca, que parece más una apelación a lo que se desconoce por parte de quien ha oído campanas pero no sabe dónde porque siempre ha despreciado ese molesto sonido y nunca se ha dignado a acercarse al lugar de donde proviene para saber por qué repican o por quién doblan. El Diccionario Panhispánico del Español Jurídico define así la cortesía parlamentaria: “Deber y uso parlamentario que forma parte del oficio de los integrantes de las Cámaras, sustentado sobre el cuidado de las formas, el respeto al oponente, al orador, a las decisiones de las presidencias de órganos parlamentarios, a los tiempos, en suma, al arte de la convivencia en sede entre adversarios políticos”. El Reglamento de la Cámara vasca recoge en este sentido la cortesía como una “obligación” de los y las parlamentarias. Así que, a cumplirla. Ya se sabe, lo cortés no quita lo valiente. l
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