Han pasado más de 100 días de la invasión israelí de la Franja de Gaza y el balance de los objetivos conseguidos a día de hoy no puede ser más magro. Según fuentes estadounidenses, han eliminado entre un 20 y un 30% de los combatientes de Hamás, de unos 35.000 efectivos; no han liberado prácticamente a ningún rehén del largo centenar que aún tiene la guerrilla palestina, y por contra han causado con sus bombardeos la muerte de algunos de ellos; tampoco han logrado capturar al cerebro de los atentados del 7 de octubre de 2023, Yahya Sinwar.

El informe de inteligencia norteamericano apuntaba también que Hamás sigue teniendo municiones como “para atacar a Israel durante meses” y que el grupo, además, está “intentando reconstituir su fuerza policial en Ciudad de Gaza”. Tras la entrada por tierra de los militares israelíes en Gaza, Hamás ya ha adoptado por completo una táctica de guerrilla, “operando en pequeños grupos y tendiendo emboscadas a los militares israelíes”.

Por contra, la invasión de la Franja decretada por el Gabinete Israelí de Benjamín Netanyahu ha producido la muerte de más de 25.000 gazatíes, la mayoría de ellos son mujeres y niños, además de provocar más de 65.000 heridos, amén de la destrucción del 55% de las viviendas, mezquitas, escuelas e infraestructuras, así como hospitales, desplazando al 80% de la población hacia el sur del territorio, donde también son bombardeados. El bloqueo del territorio, prohibiendo la entrada de camiones, está sometiendo a toda la población a privaciones añadidas por falta de cobijo, víveres y alimentos, como son las derivadas del hambre y el frío. Según la relatora del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Francesca Albanese, afirmó que era “imposible describir el dolor y el sufrimiento que están produciendo. Han bombardeado las escuelas, han bombardeado los hospitales y han extremado el bloqueo. Los dirigentes israelíes, de un modo u otro, están culpando y responsabilizando a todos los palestinos de Gaza y los castigan por lo que ha hecho Hamás y otros grupos militares”.

La catarsis de Gaza

Y prosigue señalando, “Algunos estados miembros consideran que lo que Israel está haciendo es legítima defensa, pero no lo es. Porque, ¿cómo puede ser legítima defensa el bombardeo, más de 6.000 bombas semanales, en alfombra de toda una población bajo el objetivo turbio y vago de erradicar a Hamás?”.

La invasión está produciendo unos daños de una magnitud y de una intensidad sin precedentes, que, hasta el mismo secretario general de la ONU, António Guterres se ha manifestado horrorizado y ha afirmado lo siguiente: “Las operaciones militares de Israel han sembrado la destrucción masiva y han matado a civiles a una escala sin precedentes durante mi mandato como secretario general”.

Pese a los reclamos internacionales, tanto de la Unión Europea como de la ONU, países árabes e incluso de Estado Unidos para recabar un alto el fuego, el Gobierno israelí se muestra inflexible, proseguirá su campaña militar, según declaro el pasado sábado, día 20 de enero de 2024, su presidente, Benjamín Netanyahu, “Nadie nos detendrá, ni La Haya, ni el Eje del Mal [en referencia a Irán y otros países árabes], ni nadie más”.

Como muy bien dice el político laborista israelí Shlomo Ben Ami, “La guerra debe acabar y Netanyahu debe irse a casa. Propagandistas como Netanyahu y asesinos como Hamás sobran en este conflicto”. Se puede producir la gran paradoja de que el político que más ha hecho por bloquear cualquier solución política al conflicto y el que más se ha opuesto a la aplicación de los Acuerdo de Oslo de 1993, con su gestión política como primer ministro desde 2009, pueda provocar ahora con la invasión de Gaza la creación de un Estado palestino. Estado palestino impuesto por la comunidad internacional ante el estupor y la indignación unánime producida por la citada invasión, con la aplicación de la fórmula de los dos estados, Israel y Palestina, uno al lado del otro, aunque para ello haya que expulsar a todos los colonos israelíes de Jerusalén Este (200.000) y a los de Cisjordania (500.000). Ya es una paradoja que el político que presumía de la seguridad de Israel aplicando el apartheid y todo tipo de medidas policiales vaya a pasar a la historia como el primer ministro que bajo su gobierno se produjo la mayor matanza de judíos (1.200 personas) después del Holocausto.

Desde Naciones Unidas se han sucedido una serie de acuerdos y resoluciones pidiendo un alto el fuego al que Israel ha hecho oídos sordos, y alguna resolución de condena no ha prosperado por el veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. No obstante, recientemente Sudáfrica ha llevado a Israel ante la Corte del Tribunal Penal Internacional de La Haya bajo la acusación de genocidio. Hay que recordar que poco a poco se están oyendo voces cada vez más fuertes, incluso en Estados Unidos, que piden parar la invasión y retomar la negociación política como vía de solución al conflicto, con la creación del Estado palestino. La profundización del sufrimiento de los civiles en Gaza y la expansión del conflicto en el mar Rojo está impulsando una mayor presión sobre Israel para que pare su ofensiva y acepte negociar la solución de los dos estados; idea muy repetida en la última conferencia de líderes mundiales celebrada en Davos (Suiza).

“Estamos perdiendo nuestra estatura moral en el resto del mundo, incluido Oriente Próximo”, ha dicho el alto representante de Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell. En la misma línea se ha expresado el presidente español, Pedro Sánchez, “Tenemos que reconocer el Estado palestino de una vez por todas. Mientras, la población palestina no puede pagar por los actos de Hamás. Está en juego la credibilidad de Europa, de Occidente, y también el sistema multilateral y de Naciones Unidas”.

Fruto de este sentimiento, la Unión Europea ha articulado en esta última semana un plan de diez puntos para aplicar en un año, en el cual la creación del Estado palestino no sería una consecuencia de ese plan, sino la premisa inicial impuesta por la comunidad internacional a Israel, que se niega a ello según se desprende del citado plan. Parece que por fin algo se mueve ante tanta barbarie y violencia que vemos cada día en Gaza y puede precipitar la solución a este viejo contencioso.