La covid-19 ha incrementado el número de pacientes que requieren atención psicológica, y solicitan espacios de escucha y psicoterapia, no sólo psicofármacos, donde profundizar en la causas de sus problemas de salud, y encontrar soluciones acordes a lo particular de cada uno. Esa atención precisa hoy superar el déficit de psicólogos clínicos que tenemos respecto a Europa, apenas 6 por 100.000 habitantes. Déficit común a otras especialidades, que nos convoca a luchar para seguir mejorando el sistema público, de forma que el paciente que precise y desee acceder a su especialista, no se vea obligado a esperas excesivas, o a recurrir a recursos privados, o a entidades que carecen de la especialización exigible en áreas tan sensibles como la salud psíquica. Creemos que este deseo y la disposición a seguir mejorando, es una buena manera de celebrar la efemérides que hoy congrega a la psicología clínica.
Hace 25 años se creó la especialista en Psicología Clínica (Real decreto 2490/1998 de 20 de noviembre), dentro del conjunto de especialidades médicas y sanitarias, con el sistema de residencia, conocida como MIR, FIR, PIR, etc. Permítanos el lector destacar que es un sistema de acceso igualitario para cualquier titulado en psicología –graduado, licenciado, o máster en psicología general sanitaria–, mediante un examen estatal anual. Superado el cual, el Psicólogo Interno Residente se forma durante 4 años, en servicios y unidades docentes acreditadas, según programa la Comisión Nacional en la Especialidad en Psicología Clínica, bajo la tutoría de psicólogos clínicos ya especialistas y con evaluaciones anuales. La especialidad le acredita para trabajar en diversas áreas y entornos sanitarios, públicos y privados, y pacientes de cualquier edad.
El psicólogo clínico atiende, por ejemplo, pacientes que acuden con síntomas que los médicos de familia llaman “funcionales”: manifestaciones físicas, sin base orgánica, en las que el médico infiere, con acierto, que reflejan dificultades de otra índole, interpersonal, laboral. Derivados al Centro de Salud Mental, el psicólogo clínico, como parte del equipo, acoge, evalúa y trata a personas con trastornos de diversa gravedad: ideación o riesgo de suicidio, depresión, angustia o ansiedad, obsesiones, inhibiciones y fobias, duelos complicados, adicciones, anorexias, neurosis, psicosis, disfunciones de la personalidad, y otras patologías que precisan diagnóstico y tratamientos psicológicos especializados, apropiados a cada sujeto.
En los hospitales, el psicólogo clínico, integrado también en un equipo, trata personas con trastornos semejantes, que por su gravedad, requieren, a veces, ingresos de corta-media estancia, y programas de rehabilitación que les faciliten recuperar un vínculo social soportable. Es propio del hospital general que participe y coordine programas de Interconsulta y Enlace con los servicios médico-quirúrgicos; por ejemplo, atiende a pacientes con cáncer y a sus familiares, como es el caso de la Unidad de Psicooncología del hospital de Basurto. Son programas de psicología clínica de la salud, que acogen y tratan a pacientes con enfermedades orgánicas graves, donde no faltan alteraciones psicológicas, severas en ocasiones, y siempre con el sentimiento de daño en lo más íntimo de la vida: Psicocardiología, Salud Mental y Sordera, Psicoobstetricia, Duelo, Neuropsicología, Atención en ELA, Unidad del Dolor, Pediatría, y Asesoramiento Genético en enfermedades hereditarias, son algunos de esos programas realizados en nuestro entorno, aunque no tienen la misma implantación en todos los hospitales.
Terminamos esta breve semblanza, recordando que el logro de la psicología clínica como especialidad fue favorecida, en su origen, por políticos y profesionales médicos, que contribuyeron al desarrollo de los centros de salud; recordamos especialmente al médico psicoanalista Julián de Ajuriaguerra, coordinador del Plan de Asistencia Psiquiátrica y Salud Mental de Euskadi (1983), inspiración y origen de los posteriores CSM (1986). Implicó también el esfuerzo de asociaciones profesionales, como la Asociación de Psicólogos Clínicos de la Red Pública de Salud de la CAV (1988-1998), o la Asociación Española de Neuropsiquiatría, que lucharon para integrar la psicología clínica en el sistema nacional de salud, con herramientas diagnósticas y terapéuticas derivadas de la psicología normal y patológica. Corresponde hoy, como ayer, realizar esfuerzos semejantes, desde distintos lugares, para seguir manteniendo la atención psicológica especializada con el alto nivel profesional que toda la atención sanitaria pública requiere, y asegurando desde los distintos centros, servicios y profesionales el derecho a la protección de la salud que el paciente necesita.
Juan Luis Borda Elejabarrieta es psicólogo especialista en Psicología clínica. Facultativo adjunto de Psicología clínica. C.S.M de Bermeo.Osakidetza. RSMB
Manuel Hernández Blázquez es psicólogo especialista en Psicología clínica. Jefe de Sección de Psicología clínica y psicooncólogo. Servicio de Psiquiatría Hospital Universitario de Basurto. OSI Bilbao-Basurto