Aunque parezca mentira el PP y el PSOE son capaces de ponerse de acuerdo para cambiar la Constitución y es que, ambos partidos se han unido para la reforma del artículo 49 de esta Ley suprema. Dicho cambio consistirá en sustituir el término “disminuido’” por el concepto “persona con discapacidad”.
Aunque este cambio parezca baladí, supone una modificación de gran calado para todas las personas discapacitadas. Desde que el Comité de Representantes de Personas con Discapacidad promoviera este cambio en el año 2018, han tenido que pasar casi 6 años para que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo hagan un alto al fuego político, en virtud de este cambio.
Esto que parece un milagro, ha ocurrido ya en dos ocasiones más, con lo cual enfrentemos el temor a no saber cómo abordar reformas más allá de temas concretos. Muchos fuimos testigos de la primera reforma en el año 1992, que consistió en reconocer el derecho de sufragio pasivo a los ciudadanos de la Unión Europea en las elecciones locales, es decir, el derecho a poder ser alcaldes o concejales de pueblos y ciudades españolas. Y también de esa segunda reforma en el año 2011 que, giró en torno a que la deuda publica debía sufragarse antes que cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales.
Puede parecer que este binomio de reformas de la Carta Magna no sea ingeniería legislativa, pero no desmerezcamos lo que supone acordar una reforma constitucional. Aunque la verdad, tenemos como asignatura pendiente, desde hace 18 años, el tema de la prevalencia del hombre sobre la mujer a la hora de acceder al trono, la cual, no garantiza la igualdad de sexos.
En mi opinión, la Constitución es el reflejo de la sociedad, pero en su tiempo histórico y atendiendo a unas circunstancias concretas. Afortunadamente, a pesar de ser en pequeñas dosis, comienza a verse pequeños atisbos de cambios en la Constitución, en aras de una actualización de la misma tras casi 46 años de edad.