Tras las últimas elecciones, está cundiendo en el EAJ-PNV una astenia, no veraniega, que, en mi opinión, es exagerada o, por lo menos, es relativizable.

Política compulsiva

La política de los partidos se parece mucho a una montaña rusa, con la agravante de que en esta, las curvas y pendientes se sabe dónde están y en la política las pulsiones sociales son de difícil identificación. Es fácil ser profeta y analista del pasado y es difícil prever cómo una sociedad dinámica y cambiante va a responder electoralmente.

En el ámbito de la previsión de los resultados electorales, algunos habíamos depositado un margen de confianza en el Entzunez eraiki, pero ignoro si ese proceso de escucha con pretensiones de exhaustividad y universalidad aportó alguna clave sobre el declive de los resultados electorales del EAJ-PNV. Lo pregunto con ingenuidad porque ni he sido invitado a participar ni he participado en el proceso, pero si la información obtenida y su tratamiento demoscópico eran correctos, alguna alarma debía haber saltado.

Lo que se impone hoy es no dejarse abrazar por la depresión. Siguiendo la máxima ignaciana: “En tiempo de desolación nunca hacer mudanza. Así como en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu, así en la desolación el malo, con cuyos consejos no podemos tomar camino para acertar”.

Somos un gran partido y volveremos a ganar. De hecho, lo hemos hecho en los últimos comicios locales, aunque parezca que hemos perdido, y volveremos a ganar de la misma manera que los que hoy se miran insuflados de orgullo como ganadores y volverán a perder.

En las últimas elecciones al Congreso, EAJ-PNV obtuvo el 25,27 % del voto de la CAV. Si analizamos los resultados históricos del EAJ-PNV inferiores al porcentaje anterior vemos que ocurrió esto en las elecciones de 1989, 1993, 1996 y 2015.

No podemos soñar con lo ocurrido en los momentos fundacionales del Partido Nacionalista Vasco. Eusko Alderdi Jetzalea-Partido Nacionalista Vasco fue fundado en 1895 por Sabino Arana, logró su primer diputado en el Congreso en 1918 y venció todas las elecciones en Euskadi posteriores.

La historiografía considera acientífico trasladar situaciones históricas pasadas a la actualidad, cuando tenemos una sociedad, en el caso que estamos comentando, acomodada y, en el caso de Euskadi, en términos comparativos incluso con los países europeos más avanzados, una sociedad con alto bienestar de vida según el Eurostat y los siguientes indicadores:

1: Condiciones de vida. 2: Actividad productiva u otra actividad principal. 3: Salud. 4: Educación. 5: Ocio. 6: Seguridad económica y física. 7: Gobernanza y derechos básicos. 8: Entorno y medio ambiente. 9: Satisfacción global con la vida.

Por todo lo anterior, también sorprende que seamos los campeones en conflictividad social de forma manifiestamente incompatible con nuestros estándares de bienestar.

En todo caso, tampoco hay que entusiasmarse con la situación, aunque esta se corresponda con la decadencia general de los partidos explicada con lucidez con el informe Dalton y Wattenberg de 2000. En este informe se acredita que los partidos políticos son el producto de sus respectivas sociedades y sus dos funciones principales son: estructurar la elección de voto y conducir el gobierno. También, otros académicos (Almond y Powell 1978) enumeran una variedad de funciones políticas asociadas con los partidos políticos. Los partidos, observaron ellos, están involucrados en la socialización, reclutamiento, comunicación, articulación de interés, y especialmente, acumulación de interés. En resumen, de acuerdo con este marco, en cualquier investigación de cambio partidario, es imprescindible empezar por preguntarse si los partidos políticos continúan representando el papel que tradicionalmente se les atribuye.

En el ámbito académico se concluye que esas funciones de los partidos, sobre todo en los partidos históricos, ha sufrido una fuerte decadencia, fundamentalmente por el surgimiento de partidos atrapalotodo.

Kirchhmeir ha mostrado que la competencia electoral y la caza de votos para asegurar una victoria electoral inmediata inducirá a las agrupaciones a aliviar su bagaje ideológico y convertirse en partidos atrapalotodo. Kirchhmeir mismo expresó su preocupación porque este nuevo tipo de partido político marcara el declive de oposición significativa en los sistemas de partidos políticos a medida que, la ideología política es cada vez más irrelevante para estructurar las diferencias políticas entre los partidos políticos. En síntesis, bajo las circunstancias de deterioro, los partidos políticos son incapaces de llevar a cabo las funciones básicas vinculadas a su existencia, proporcionando de esta manera “base para mantenerse pesimista sobre los efectos que éste tendría en los partidos, en la representación y en la gobernabilidad democrática”.

Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que exacerbando la capacidad de gestión como un absoluto político y prescindiendo o reduciendo la mística, la ideología, los objetivos fundacionales, en definitiva, los impulsos fundamentales por los que los ciudadanos se afilian a un partido, termina provocando problemas serios y con el tiempo irreversibles.

No podemos dejar de citar que el crecimiento de la extrema derecha europea deriva del sentimiento de abandono de las clases medias, las que trabajan a diario y pagan impuestos y constituyen la estructura troncal de cualquier sociedad que observan, no siempre justamente, la hegemonía de las políticas institucionales vinculadas a la vulnerabilidad o marginalidad, olvidándose de sus problemas. Un gobierno justo debe hacer ambas cosas pero en el seno de un razonable equilibrio.

No soy quién para dar consejos a nadie pero llevo muchos años afiliado a mi partido, he ocupado numerosos cargos de responsabilidad orgánicos e institucionales y creo que mantengo fluidos contactos con casi todos los segmentos de la sociedad. Los dirigentes de EAJ-PNV han proclamado que han entendido el mensaje electoral y procede la autocrítica. Posiblemente esto es lo que debe ocurrir.

Jurista