Transitaba en la primavera de 1933 la II República por una etapa letárgica en cuanto a la articulación territorial periférica. Cataluña había conseguido el Estatuto de Autonomía en septiembre de 1932, pero las competencias más importantes, de interior, cultura, financiación y hacienda, eran transferidas a paso de carreta. El Estatuto en Galicia y Euskal Herria dormía un sueño enervante, agravado en el caso vasco por la persecución de que era objeto el nacionalismo a cargo de las autoridades gubernamentales, principalmente del ministerio de gobernación, regentado por Casares Quiroga, y sus delegados provinciales, los gobernadores civiles.

El viaje triangular de Galeuzca en el verano de 1933

En esta tesitura el 2 de abril de 1933 el esquerrista catalán Josep Riera i Puntí lanzó en un mitin de Bilbao el llamamiento inicial a resucitar la Triple Alianza de 1923, que fue secundado por Julián Arrien de ANV y Castelao del PG. Tras el Aberri Eguna de Donostia el 16 de abril en Donostia, el catalán Josep María Batista i Roca, secretario de la entidad Palestra, y Telesforo de Monzón, presidente del GBB, iniciaron conversaciones en Barcelona, donde elaboraron un anteproyecto de Galeuzca. Una vez asegurada la concurrencia de las principales fuerzas catalanistas, ERC, UDC, AC y La LLIGA, tras un viaje de observadores catalanes a Euskadi a finales de Mayo, se decidió organizar un viaje triangular de representantes de los tres nacionalismos, que recorriese las tierras de las tres naciones.

Los delegados catalanes en autobús iniciaron el periplo el 22 de julio atravesando las yermas tierras aragonesas y el páramo castellano para adentrarse en Galicia por Ponferrada y llegar a Ourense el día 23. La expedición vasca en dos coches particulares estaba integrada por los navarros Manuel de Irujo, Ramón Goñi, Ruiz de Oyaga y Jesús Doxandabarats, presidente del EBB, el guipuzcoano Joseba Rezola, el alavés Esteban de Isusi y las emakumes Mª Carmen Sánchez Gamarra y Julene Urcelay, además de los dos chóferes. Salieron también el día 22 siguiendo el camino de la costa hasta pernoctar en Oviedo. Tras comer en Lugo el día 23, recalaron al anochecer en Ourense para unirse a los catalanes. Recorrieron el día 24 las Rías Baixas, con mitin en Pontevedra, y pernocta en Santiago. El 25, Día de la Patria Gallega, gran mitin junto al monumento a Rosalía de Castro la Ferradura y firma del Pacto de Compostela o Galeuzca por la tarde. Al día siguiente siguió el recorrido con paradas en Betanzos, A Coruña, Ferrol y Viveiro. Rápido tránsito por Gijón, Santander para llegar a Bilbao el día 30, larga reunión nocturna de Galeuzca y ligerísima modificación del Pacto. Estancia en Bilbao el 31 y gran festival en San Mamés, visita a las localidades costeras vizcaínas, incluida Sukarrieta y Gernika, y parada en Donostia el 1 de agosto, con un gran acto en el Kursaal. El día 2 salida hacia Navarra, con parada en Tolosa. Mítines en Estella, Tafalla e Iruña y pecnota en la capital navarra. El día 3 salida hacia Jaca y Huesca y entrada el día 4 en Cataluña por Almacelles, con mitin en Lleida y pernocta. El día 5 prosecución del viaje a través de Poblet y Tarragona y entrada solemne y multitudinaria en Barcelona, donde los viajeros estarían hasta el día 12, salvo una excursión a Monserrat el día 7.

Este largo periplo, aparentemente folklórico, incluyó, sin embargo, un alto valor político. El 25 de Julio en el salón noble del Seminario de Estudos Galegos, sito en el monumental edificio de Fonseca, cerca de la catedral de Santiago, firmaron el Pacto de Compostela o Galeuzca los gallegos Alexandre Bóveda (PG) y Álvaro das Casas (Ultreya) los vascos Jesús Doxandabarats, Joseba Rezola y Manuel de Irujo, del PNV, y los catalanes Batista i Roca y Josep Girona, de Palestra, Pau Vila (ACR), Josep Pich i Salaric y Pau Muñoz Castanyer, de UDC. Contenía cláusulas de carácter cultural y administrativo y de actuación internacional conjuntas. El 30 al anochecer sería confirmado en Bilbao, con una brevísima corrección y la añadidura de tres nuevas firmas, Josep Riera i Puntí, de ERC, Andrés Perea Gallaga, de ANV, y Manuel Carrasco i Formiguera, de UDC.

Durante el periplo catalán, el día 11 por la noche, en reunión con el president de la Generalitat, Francesc Maciá, se adquirieron nuevos compromisos, no plasmados en documento escrito, pero sí en los informes y cartas de los presentes como Castelao, Ramón Goñi y Alvaro das Casas. En esencia los acuerdos se referían a la crecaión de un bloque Galeuzca en las Cortes, la solicitud de un decreto de bilingüismo para Galicia y Euskadi, el retorno de la República al originario federalismo, un viaje de Macià a Euskadi y la internacionalización del pleito periférico con la presentación e ingreso de Galicia en el Congreso de Minorías Nacionales, adscrito a la SDN, a celebrar en septiembre.

Tras la euforia se cernió una calma exasperante y gran parte de lo pactado se sumergió en el reino del olvido. Causas endógenas, inherentes a las propias organizaciones firmantes, y exógenas, derivadas de la conflictiva situación otoñal que culminó con un giro radical al triunfar en las elecciones de noviembre de 1933 la derecha e implantarse el bienio radicalcedista, derechista o negro, implicaron el arrumbamiento del Galeuzca, un sueño quizás utópico, pero un anhelo permanentemente buscado y nunca logrado. El fallecimiento de Maciá el 25 de diciembre de 1933 contribuyó al desánimo.

La II República transcurrió durante dos años por unos derroteros inasequibles a las reivindicaciones periféricas. “Antes una España roja que rota”, Calvo Sotelo dixit. Cuando en febrero de 1936 las tornas cambiaron, sólo gozaron de un soplo efímero los anhelos del mar. El 18 de julio tronaron los cañones del yermo e innumerables soñadores sufrieron las iras de los sublevados. Dos de los firmantes del Pacto, Alexandre Bóveda y Manuel Carrasco Formiguera, ambos fervientes católicos, fueron vilmente asesinados.

¿Sería posible, al celebrarse el 90 aniversario de la efeméride, realizar el periplo triangular y, sobre todo, resucitar la vieja aspiración galeuzcana?

Historiador