Las guerras son asuntos sucios. Quien crea que la guerra va de buenos contra malos vive en el mundo de yupi. Por ejemplo, las propias Naciones Unidas han acusado tanto a las tropas rusas como a las ucranianas de cometer decenas de ejecuciones sumarias de prisioneros de guerra.

Recientemente, el Tribunal Penal Internacional emitió una orden de detención contra Putin por la “deportación ilegal de niños” ucranios. En teoría, Putin no podrá pisar los 123 países que ratificaron el tratado sin ser detenido. Curiosamente, entre esos 123 países no están ni Rusia, ni China ni… ¡Estados Unidos! Esos países y alguno más se niegan a someterse a una jurisdicción internacional. Curioso ¿no?

Antes, no pasaba nada si se cometían crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad. Una de las pocas lecciones que esa humanidad sacó de barbaridades como la Segunda Guerra Mundial fue que tales crímenes no podían quedar impunes. Porque la impunidad genera aún más barbaridades. Pero los juicios de Núremberg –y aún más los juicios de Tokio– a pesar de ser muy necesarios, adolecían de cierto sabor a juicios de vencedores contra vencidos. La comunidad internacional acertó a ver que ése no era el camino y que era necesario crear tribunales con garantías que juzgaran crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en el ámbito internacional, sobre todo cuando por unas razones u otras, tal cometido le quedara grande a los tribunales estatales.

De ahí vinieron los precedentes de los Tribunales sobre la ex Yugoslavia y sobre Ruanda. Tampoco fueron perfectos, pero supusieron una mejora con respecto a lo anterior. Y posteriormente se creó, no sin dificultad, un Tribunal Penal Internacional imperfecto. Eso sí, mejor tener un Tribunal Penal Internacional imperfecto que no tenerlo.

Mas no puede haber naciones ni líderes exentos. Ojalá esta terrible guerra de Ucrania sirva al menos para eso. ¿Me creen excesivamente optimista? Vale. Hablamos dentro de unos años…

@Krakenberger