salgo al balcón a limpiarlo de hojas caídas, pétalos y polvo variado. Y cómo no, aparece ama a fisgonear y, tras los saludos de rigor, pregunta si es limpieza rutinaria o de profundidad. Le digo que es la de a veces, aunque estoy dándole vueltas a lijar y pintar la barandilla, barnizar las persianas y otras cosas que lo adecenten. Ella me suelta una perorata sobre que si no cambias de estado a fondo, no hacen falta modificaciones profundas y que mientras el formato de vida siga siendo el mismo, basta con tener las cosas suficientemente limpias, hasta que se vuelvan a ensuciar. Le pregunto si me quiere decir que las limpiezas de fondo son para cuando cambia el alma, y ella me dice que algo así, y es cuando recuerdo que ella, al jubilarse y considerar que su relación con la vida cambiaba de forma radical, no adecentó su casa de Antzuola, cogió el portante y se piró a vivir a Zaragoza. Y es que ama para algunas cosas es hiperbólica; y tú un aburrido conservador, me contesta.

Sin enfadarme, le comento que puede que la obsesión de Bildu y Podemos por eliminar todo vestigio de producción de gas en Euskadi les venga por un cambio de su alma energética y un deseo de limpiar lo anterior para empezar con el nuevo espíritu. Y ella, mirándome divertida, me dice que puede ser, pero que cambiar de formato exige tener uno nuevo, como ella en Zaragoza, y no les ve con ganas de ensuciar un nuevo hogar con nuevas energías, por limpias que sean. Pues, le explico, están muy preocupados en Twitter con que si Argelia nos cierra el gas, que si la plataforma Gaviota tiene para pocos días y no sé qué. Ella remata con que, ya ves, lo que aquí consideran una cochambre les parece un bien imprescindible que necesitamos comprar, o sea, exquisitos para su casa pero no les importa que otros las tengan hecha una guarrada siempre que les puedan comprar la porquería que aquí no quieren. l