ncluso ayer mismo, algunos periódicos publicaban análisis -obviamente, escritos antes de la agresión a Ucrania- en los que se incidía en las escasas posibilidades de una invasión rusa. Grandes expertos militares y de política internacional han venido prediciendo también la práctica imposibilidad de una guerra en las puertas de Europa. Que si ya no es como antes, que los conflictos se dirimen en otros ámbitos, como en la economía y el ciberespacio, que si era inviable que tropas penetraran en territorio ucraniano, que si las "guerras híbridas"... El concepto de guerra híbrida será relativamente nuevo, pero ha existido desde siempre y en todo conflicto que se precie. Que se lo pregunten a Pablo Casado. O a cualquier opositor del tirano Vladímir Putin, si es que ha conseguido sobrevivir, como Aleksei Navalni, que fue envenenado, o a la ciberseguridad de EEUU, Gran Bretaña o España, entre otras.
Un sátrapa imperialista como Putin no podía resistirse a una guerra que sabe va a ganar, porque tiene un gran poderío militar, amigos igual de despóticos, imperialistas, liberticidas e incluso más poderosos que él, como China (intocable gigante económico y proveedor de occidente) y sobre todo porque tiene armas nucleares como para borrar a toda Europa del mapa. Y no hay nada tan disuasorio como eso. Y porque occidente, por mucho EEUU, Unión Europea y OTAN que pongan cara de muy enfadados, no va a arriesgarse a un desastre así. Toda guerra es "híbrida", pero, al final, en Ucrania han entrado tropas, tanques, aviones, se han disparado misiles, se controlan centros estratégicos (central nuclear de Chernóbil) y, por supuesto, hay muertos. Civiles muertos. Es lo que tienen las guerras, que matan. Y provocan dolor, miedo, miseria y éxodo, porque la población es la que las sufre. Si no nos salpica la guerra, que todo es posible, nos viene otra gran crisis humana, económica y de refugiados. Una maldita paz híbrida.