ay un valor que va perdiendo peso en nuestra sociedad: la lealtad. Un proceder ante los demás que va arrinconándose en favor de otros más relacionados con el individualismo, que con el bien común. Ese yo a lo mío, que se suele decir y que se ha convertido en un hábito cada vez más normalizado. Algo que, de por sí, no debiera de suceder tras sufrir una pandemia donde el esfuerzo colectivo debería primar por encima del interés personal para terminar con esto de una vez por todas. Pero no es así.

Dentro de ese yo a lo mío también podría distinguirse a quien es desleal a sus principios y a quien traiciona, a sabiendas, a una persona que no se lo merece. Porque la lealtad no es más que tener palabra y defenderla con respeto y educación.

En tan solo una semana hemos asistido a la bochornosa votación sobre la reforma laboral en el Congreso de los Diputados y a una bronca artificial en nuestro Parlamento Vasco. Los dos órganos de la mayor representación ciudadana convertidos en un circo mondo y lirondo de manera gratuita. Desde Madrid nos llegaban las imágenes de una bancada de la oposición de PP y Vox celebrando la traición de los dos diputados de UPN a sus votantes y a su propio partido. Desde Vitoria, la protagonista era la parlamentaria del PP, Laura Garrido, que se sacaba de la manga una bronca artificial y nada creíble contra el lehendakari para promover una atención de los medios de comunicación a su partido ciertamente exigua en los últimos tiempos.

Quizás Groucho Marx no nos hizo ningún favor dejando para la posteridad su archifamosa frase "estos son mis principios, y, si no le gustan, tengo otros". La ironía para cuestionar muchos procederes de la clase política ha terminado por convertirse en realidad en algunos de sus protagonistas, con el daño que ello hace a otros tantos que trabajan en silencio y de manera responsable por la sociedad. Tanto lo sucedido en el Congreso como en el Parlamento Vasco combinan la evidente carencia de lealtad en una parte de la clase política que cree que el titular sonoro es más productivo que ser leal. De lo que se siembra hoy se recogerá mañana. Y, si no, al tiempo. Quien avisa, no es traidor-a.