os parece peliagudo entender qué es y cómo funciona las criptomonedas. Y también, pero desde hace más tiempo, qué es y cómo funciona el arte contemporáneo. Si juntamos ambos escurridizos conceptos, obtendríamos un críptico cóctel: criptoarte. Cada uno de los ingredientes, exudan opacidad. Juntos, no dejan pasar la luz.
No tenemos que asustarnos porque creamos que los tiempos van por delante de nosotros. Siempre ha sido así. Pero acabamos familiarizándonos con eso que nos supera y no controlamos. "El roce hace el cariño", dicen del amor. Con el desconocimiento sucede algo similar.
Porque, ¿quién sabe cómo funciona el dinero en general? Podemos entender que, allá por los albores de la humanidad, una moneda de oro valía su peso y materia. Un sistema fácil de entender, pensamos ahora. ¿O quizá no? Pues, ¿de dónde proviene el valor del oro? Un experto en minerales nos dirá que químicamente no es un mineral demasiado interesante: a duras penas reacciona con sus compañeros de la tabla periódica. Pero la realidad es que el oro tiene su mediocre protagonismo: es un material escaso pero no en demasía. Es medianamente fácil de extraer y fácil de fundir por lo que se puede fabricar con él, sin mucha dificultad, monedas, lingotes o joyas. Es cómodo. Y por ello se explica el valor que le damos. Tiene porque históricamente se lo hemos dado. Nos convenía hacerlo. Pero llegó un momento en el que esa comodidad dejó de serlo: para realizar grandes pagos su peso era excesivo. El papel moneda solucionó ese problema. Inventamos para ello el concepto "patrón oro". De tal manera que la moneda ya no tenía valor por sí misma sino que era un remedo de documento que aseguraba que lo escrito en él correspondía a una cantidad de oro que estaba a resguardo en el banco que lo había emitido. Pero hecha la ley hecha la trampa: sucedió que muchos Estados necesitados de liquidez emitieron más monedas que el oro correspondiente atesorado en sus bancos centrales. Para enmendar ese engaño, se decidió que todas las divisas pasaran a nivelarse con el dólar pues Estados Unidos se comprometía a mantener el valor de su divisa estable en relación al oro. Pero Nixon acabó en 1971, después de tres décadas, con ese parche que no dejaba de ser un apretado corsé para su país. A partir de entonces el valor de una moneda dependería de la oferta y de la demanda de dicha moneda. Como una criptomoneda. O como el arte. Como todo.
La virtualidad tiene en nuestra sociedad cada vez más peso. Vivimos en un continuo y virtual videojuego en el que hay que echar siempre monedas. O criptomonedas. Aunque unos pocos viven en otro videojuego, el que creen que es "de luxe". Uno en el que lo importante es sólo ganar dinero. Fruto de especular con oro, plata, dólares, monedas, criptomonedas, arte o criptoarte. Quizá tengamos que recordar, aunque suene a tópico, que el valor de todo lo que realmente importa, como pueda ser la cultura, el arte, el saber€ no tiene nada que ver con la fe en la moneda.