a explotación televisiva furiosa de contenidos de telerrealidad no tiene límites y en manos de los ejecutivos de Mediaset, comandados por el ínclito Paolo Vasile, alcanza cotas inimaginables que alimentan el deseo consumista de la tele de carnicería y desnudez anímica y espiritual. El último episodio en antena se ha fraguado en los despachos de T5 que ha encontrado un filón impresionante de exhibicionismo barato, rastrero y atosigante, y que a lo largo de noventa horas someterá a la celebritie Rocío Carrasco Jurado a un ejercicio de striptease personal, desnudando su alma con lentitud y detalle para regocijo de los seguidores de esta forma de hacer tele, que supone abrir las puertas del corazón maltratado por la vida; en este caso por un personaje señero del museo de las indignidades, infamias, y lances amorosos y personales. Es una manera de suministrar a la audiencia pasto barato para que el personal se refocile con las andanzas de cama, de cuernos, de agresiones y maltratos que rozan el Código Penal. La técnica de los programas de telerrealidad es sencilla y transparente y busca vapulear, atosigar y destrozar la vida del personaje de turno para satisfacción de las audiencias millonarias que asisten sin pudor y regusto mal disimulado a la crucifixión mediática de la ovejita a maltratar exigiendo a la víctima que abra los registros del pasado y descubra las fechorías que ha padecido por parte del tunante de turno. Descubrir las vivencias de un matrimonio, desvelar las batallas de alcoba y pareja, denunciar situaciones rayanas con el maltrato y la infamia son elementos básicos del puzle reconstruido con saña, violencia y satisfacción para los televidentes que prefieren el guion de la vida misma frente a historietas de malos guiones de factura turca. Las andanzas entre la hija de la cantante y el muchacho de la Benemérita arrasan en audiencias gracias a un extraordinario culebrón de infidelidades, fechorías y malquerencias. Un caso más en la degradación de una forma abusiva de hacer tele por estos pagos azotados por la brutal pandemnia.
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