omo no podía ser de otra manera, la pandemia va a afectar gravemente a las celebraciones navideñas que ya asoman en nuestro diario devenir. A este paso terminaremos enlazando el verano con la llegada de Papa Noel, Olentzero, Reyes Magos y demás figurantes de esta fiesta del consumo. El pistoletazo de salida de esta alocada carrera lo han dado como siempre los grandes almacenes, acompañados por multitud de pequeños comercios que han adornado sus escaparates en un esfuerzo de aparente normalidad. La tele se va llenando de anuncios comerciales, promociones teñidas de rojo y blanco, colores de Navidad que nos machacarán durante un largo mes, hasta que los Magos abandonen su anual visita, modificada por las urgencias sanitarias de la covid 19.
Llega otro momento dulce para los comerciantes, menos dulce para el personal de hostelería y muy negativo para otras actividades que hacían su agosto en estas calendas ya que aforos reducidos, toques de queda y demás recomendaciones sanitarias hacen temblar la supervivencia de numerosos negocios. La tele en cualquiera de sus ofertas se convertirá en el gran producto a consumir en estos difíciles tiempos de recogimiento y escasa alegría social.
Campanadas de fin de año, retransmisiones y celebraciones sacras, plaga de anuncios de lujo para colonias y perfumes varios ofrecidos en poderosos envases de lujo, luz y color que animarán la vida de la pequeña pantalla. Es el momento oportuno para que los programadores se luzcan con películas, series y concursos en una campaña amenazada por los efectos de la pandemia. Garantizado el masaje mediático, las cadenas planifican la oferta de tele en un momento delicado y necesitado de arrope humano, para que nadie se quede atrás en estas fechas en otro tiempo entrañables y en la actualidad tocado de una pertinaz niebla social que anima poco a celebrar las fiestucas navideñas que están a la vuelta de la esquina. Que haya suerte, compañeros/as de esta procelosa navegación que nos ha tocado atravesar juntos.