a concurrencia de una serie de aniversarios de proyectos o decisiones de impacto público que han supuesto un renovado cambio en nuestras ciudades y país junto con la pandemia del covid-19 que, entre otras cosas, sugiere cuestionarse sobre las opciones de futuro para construir un mundo mejor, provoca un permanente debate respecto a la necesidad/existencia de nuevos proyectos e iniciativas que hagan de nuestra ciudad-región-nación, Euskadi, un hogar atractivo para nuestros ciudadanos, empresas y talento, deseosos de encontrar su particular espacio confortable del mañana.
Esta semana hemos recordado, con satisfacción, 25 años desde la inauguración del Metro de Bilbao, 20 de la Paloma o aeropuerto de Loiu como dos "apuestas de infraestructura" que incorporaron cambios sustanciales en su concepción, diseños al uso en su momento y una transformación sustantiva en los modos y comportamientos del país. Sus controvertidos orígenes, los debates sociales al respecto, el contexto deprimido y psicológicamente negativo en el que se produjeron, partían de la escasa credibilidad en su impacto y viabilidad. Hoy resulta imposible imaginar una Euskadi que no los hubiera acometido. Desgraciadamente, historia demasiadas veces vista en múltiples proyectos que algunos descalificaban como "ciudad de maquetas".
Dos ejemplos, referentes de esta misma semana, que nos pueden llevar a repasar una larga lista de iniciativas que hoy, 20, 30, 40 años más tarde, apuntalan el presente y abren sólidas puertas de futuro. Precisamente en esta línea, durante la semana, se ha venido celebrando la Reunión Global 2020 de los pioneros del cambio. El World Economic Forum, desde su inigualable capacidad articuladora de todo tipo de conocimiento, activistas empresariales y sociales, gobiernos y académicos en los cinco continentes, facilita un riquísimo proceso de multiinteracciones abiertas para explorar y acometer, con rigor, los procesos de transformaciones, aspiraciones diversas y aprovechamiento compartido de un sinfín de ideas y proyectos al servicio de una "inteligencia estratégica" a disposición de quienes han de tomar decisiones y están comprometidos con el riesgo de decidir y generar bien común. Esta especial reunión 2020 ha sido de carácter virtual y se ha visto condicionada por la pandemia que nos aqueja y, por supuesto, también, con una cierta ventaja que la acompaña: entender o creer que hemos de pensar en un mundo diferente ante la precepción de enormes debilidades observadoras.
Pues bien, en esta plataforma de reflexión y acción, me ha llamado satisfactoriamente la atención encontrar que una de las principales áreas de debate propuestas en relación con "los espacios Ciudad-Región" del futuro viene acompañada de una espectacular fotografía (como no podía ser menos) del Guggenheim Bilbao Museoa, sirviendo de reclamo principal para proponer un atractivo ejercicio: ¿cómo testar el potencial futuro de una ciudad-región?, de la mano de la presidenta de Estrategia y Organización de la Universidad Tecnológica de Munich, Isabell Welpe.
Partiendo de la evidencia de que las ciudades y regiones ya estaban inmersas en una profunda transformación pre-covid, la actual "inmersión contagiosa" ha acelerado la búsqueda de un imparable proceso innovador y transformador. Al igual que a lo largo del mundo, aquí en casa, también, nos preguntamos: ¿cómo podemos hacer nuestra Euskadi más abierta y acogedora para quienes viven aquí y para aquellos a los que queremos atraer, retener? ¿Qué hará que nuevos empleos, un nuevo modo de vida, nuevas actividades y oportunidades de futuro se den aquí? ¿Cómo conseguir que futuras generaciones aprecien el espacio que seamos capaces de ofrecer? Provocar esta reflexión le lleva a la autora a enmarcar múltiples estudios comparados y ejemplos "de éxito a lo largo del mundo" en un cierto juego que parecería haberse convertido en actitud generalizada en el prestigioso MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), conocido como MIT Hacks consistente el algo escasamente definible, pero que, más pronto o más tarde, supondrá la incentivación de una especial convergencia de ingenio, sabiduría, eficiencia y utilidad, tecnología, sentido y originalidad que da lugar a todo tipo de iniciativas que, en algún momento, tienen un uso exitoso, transcendiendo la mayoría de las veces de aquello para lo que en su momento fueron diseñados. Así, propone "hackear las ciudades aspirantes" al objeto de probar su capacidad de futuro. Estos elementos, no necesariamente "secuenciales", generarían una determinada configuración de esas ciudades-región de las que se espera una imparable cultura creativa, avanzando día a día, adecuándose a las demandas inacabables. Su adherencia a un proyecto "comprehensivo", a un propósito y objetivos de claro impacto en el bienestar de las personas, la competitividad de sus empresas e instituciones bajo logros económicos, sociales, de gobernanza éticos, sostenibles e inclusivos, implicaría a todos los stakeholders (grupos de interés) desde el objetivo individual al colectivo, público, privado y de gobierno, social e institucional o académico, facilitando recursos focalizados hacia objetivos concretos, "alumbrará imaginación" y ofrecerá nuevas vías de superación.
Bajo estas premisas, el método MIT Hacks da pie a "seis modos de probar el potencial futuro de las Ciudades-Región":
Espacios que se han dotado (o doten) de iconos sólidamente interconectados con la ciudad y sean elementos clave de su modelo de reinvención urbanística, con una influencia relevante y tractora sobre el conjunto, más allá de "función original", trascendiendo de su rol básico (de oficinas, centros de reunión o trabajo, creación, espacios culturales o infraestructura base, vivienda, comercio). Exceden sus límites físicos, se convierten en elementos de identidad de la ciudad, el territorio y son, en sí mismos, fuente de actividad, riqueza, empleo y motor tractor permanente de nuevas iniciativas y con un estilo propio y diferencial.
Así, Guggenheim Bilbao es analizado como un "progenitor del llamado efecto Bilbao", fenómeno cultural de vanguardia liderando un concepto museístico del siglo XX y faro de prosperidad, excelencia, educación y referencia, símbolo del orgullo de pertenencia.
Por simplificar, globalización, digitalización, redes sociales€ han generado desconfianza en la política, los gobiernos (su credibilidad en general la sitúan las encuestas al mismo nivel que a periodistas, redes sociales). Afortunadamente, "todavía hay clases". La tendencia prima a los gobiernos próximos, las prácticas de gobernanza o "gobiernos distribuidos" en la medida que implican el compromiso y corresponsabilidad en los procesos de tomas de decisiones. Bilbao en particular y las instituciones vascas, en general, cuentan con el reconocimiento de los mayores y mejores ratios de transparencia y gestión pública. Gipuzkoa destaca por su política de participación y Euskadi, en general, por un elevado grado de descentralización interna y eficacia que se traslada a sus diferentes estrategias y políticas públicas, en una sinergia que aplica en todos los niveles institucionales y la sociedad vasca en general€ "Un micro oasis en el hinterland observado", a juicio de los evaluadores. (La autora invita a seguir de cerca ejemplos de instituciones alemanas y nórdicas, además de "modelos de participación presupuestaria, procesos de información y ejecución participativa en la interacción público-privada vasca).
Promover métodos y procesos colaborativos con una clara "microinversión competitiva" gestionable, desde la que apostar por iniciativas transformadoras el claro perfil rompedor en una imparable estrategia de Innovación urbana. Con Singapur a la cabeza, haciendo de la "reinvención de las ciudades" la esencia de su visión transformadora hacia el modelo Singapur 2040, con la intención de aprender a lo largo del mundo y "construir los cientos de ciudades del futuro asiático y africano" de mañana. (No olvidemos que Bilbao-Euskadi es la primera ciudad-región ganadora del Premio Lee Kuan Yew, formando parte de esa red global de City Labs que alimentan el conocimiento presente en esa visión).
La apuesta Verde de la transición hacia economías ecológicas, limpias, sostenibles a la vez que generadoras de riqueza y bienestar, trasladada a un auténtico modelo mucho más allá de la Gasteiz verde, la infraestructura física sostenible y su arquitectura "biófila" enlazando la naturaleza y la ciudad, con luz natural y espacios públicos abiertos y vivibles.
Un guiño a las 3 T del maestro Richard Florida como esencia de ciudades creativas. Especial relevancia a la tolerancia (tecnología y talento parecen trasladables desde el exterior) que exige un capital humano claramente cohesionado, solidario, educado, imposible de improvisar, imponer o suplantar.
esenciales con capacidad de generar en sí mismos sinergias sucesivas en cadena con respuestas permanentes a las demandas del tiempo. ¿Por qué vendrían o se quedarían aquí aquellos a quienes queremos o necesitamos? ¿Qué habrá en nuestro país que no encuentren en otro lugar? ¿Con quiénes se encontrarán y convivirán, aprenderán, trabajarán? ¿Qué está pasando en ese país, ciudad, espacio que lo hace especial o diferente?
Sin duda, una interesante invitación, provocativa, para nuestro autodiagnóstico y, sobre todo, para sentirnos con la fortaleza de mimbres mínimos o suficientes (según se vea) para seguir construyendo ese futuro (mejor) en el que se encuentren confortables nuestras futuras generaciones.
Una interesante hoja de ruta.