ues resulta que el Servicio Municipal de Euskera ha decidido a un mes de terminar suspender el curso para madres y padres al que con tanta ilusión me apunté y que tanto me estaba currando. Bueno, el mío y el de todas las madres y padres que se acaban de ver en esta misma situación. Así, sin más. Y alguno dirá, ¿en serio que en mitad de la crisis sanitaria más gorda de los últimos tiempos esta tía se está preocupando por estas chorradas? Pues sí, querido lector. Porque nadie entiende esta decisión cuando el ámbito educativo en ningún momento se ha planteado suspender el curso y obligar a repetir a todas las alumnas y alumnos. Porque desde que estamos confinados he recibido religiosamente tres días a la semana materia, idazlanak y ariketak de mi querida irakasle, que se lo ha currado tanto como yo para que no perdiéramos comba y pudiéramos examinarnos, y a la que seguramente se le ha quedado la misma cara que a nosotros ante esta falta de respeto hacia su trabajo y el nuestro. Porque a mí este curso me ha costado mis buenos malabares para llegar a clase y mis muchas horas nocturnas de etxerakolanak cuando los niños por fin están dormidos. Porque desde que me apunté tengo a mi santo frito con tanta pregunta y por fin él ha conseguido desempolvar su euskera para practicar en casa junto a dos pequeñuelos que lo pillan al vuelo (qué envidia me dan). Porque ya habíamos visto toda la teoría y ya estábamos en la recta final a tope con la conversación y la escritura para poder examinarnos. Pero, sobre todo, porque si lo que estamos intentando en esta Gasteiz tan nuestra es que el euskera se quede para siempre, resulta poco motivador que a mis 43 años, cuando por fin puedo y decido meterle mano al nor/nori/nork, el Ayuntamiento me envíe de nuevo a la casilla de salida de una patada en el culo. Baina zer gertatzen zaie? Zoratu egin al dira??
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