En su trayectoria, su mirada intimista siempre ha sido un reflejo de sus producciones. Ahora, María Elorza (Vitoria, 1988) llega a las salas de cine para enamorar a quien vea A los libros y a las mujeres canto, un retrato en clave de documental que sigue la vida de varias mujeres; una mujer que casi recibe el nombre de Avioneta, otra que tuvo una biblioteca en el asiento trasero de su coche, otra que se fractura un dedo con los estantes rebeldes de su librería. Así es A los libros y a las mujeres canto. Porque, ¿qué sería del mundo sin el poder de la literatura y sin nadie para darle vida? 

Antes de convertirse en directora, las películas y las series serían probablemente algo que le fascinaba. ¿Hay alguna de su infancia que recuerde con especial cariño? 

Hay una película de mi infancia que no tiene nada que ver con el cine que hago ahora, pero que es de esas películas que sigo viendo todavía hoy y sigo llorando y viéndola con la misma emoción que cuando era pequeña. Es Lo que el viento se llevó (risas). La vi tantas veces en casa de mi abuela siendo niña... La tenía mi abuela grabada en VHS y cuando iba a su casa me la ponía. Es de esas películas que todavía veo y me conmueven, aunque no me ha influido después en el cine que hago. 

¿Pero sí le movió para querer hacer cine? ¿O fueron otro tipo de producciones las que le encaminaron en esa dirección? 

Bueno, yo no diría que esas primeras películas de mi infancia despertaran en mí la vocación del cine. De hecho, empecé a interesarme por el cine mucho más en la adolescencia, y sí que ya recuerdo ver producciones como Persona y Birdman, otro tipo de cine que creo que me interesaba porque no llegaba a entenderlo del todo. Y en esa especie de curiosidad, y de confusión, creo que es donde se despierta quizá el deseo de aproximarme a la imagen y de filmar. 

Precisamente en películas como Birdman, la mirada intimista y el cuidado por los detalles están muy presentes, como también lo están en sus propias producciones. ¿Cuál diría que es la clave para cuidar tanto los pequeños detalles y que no falte nada?

Creo que tiene que ver con el poder de observación, con la sensibilidad, y con la capacidad también de observar nuestro entorno más inmediato. Estoy convencida de que todos los grandes artistas han tenido la capacidad de fijarse en los detalles de la vida cotidiana, de fijarse en la gente que los rodea, y que al final la inspiración para crear viene de ahí, de las pequeñas cosas del día a día. Al menos esa ha sido mi experiencia. Creo que el amor por el mundo parte de las cosas que ves en tu casa y cerca de tu casa, y después eso va creciendo y puede convertirse en una obra más intimista o más grande, pero pienso que el germen siempre está en lo cotidiano.

También empatizar con lo retratado sería otro de los secretos, ¿no?

Sí, creo que eso es fundamental, y creo que también el cariño por las cosas y por las personas que nos rodean es un motor muy importante a la hora de crear. El deseo de aferrar esas cosas o de plasmarlas de alguna manera, es muchas veces también uno de los impulsos fundamentales.

Eso está muy presente también en esta nueva producción, en A los libros y a las mujeres canto. ¿Qué cambios aprecia entre sus primeros proyectos y esta última obra?

Creo que este es un proyecto más maduro porque yo también estoy en una fase vital diferente con respecto a cuando hacía mis primeros cortos. Creo que estoy más formada, no solo como cineasta, sino también en un sentido más amplio. Además, un gran cambio a la hora de hacer esta película ha sido el tiempo que le he dedicado. Nunca me había sumergido tanto en un tema, porque los cortos anteriores los hacía en muy pocos meses, porque como además trabajo con los medios que tengo, tengo una relación muy directa con lo que hago. Y muchas veces desde que empiezas hasta que terminas no pasa tanto tiempo, sino que es como que entro en acción y concluyo. Y esta película ha sido diferente, porque era un largo y eso implicaba introducirme mucho más en el tema, y también por las circunstancias en las que se ha hecho la película. 

El título nos invita a intuir algo. Es un homenaje a las mujeres y a los libros que nos transforman. ¿Qué nos vamos a encontrar al sumergirnos entre estas imágenes, paisajes e historias?

Nos vamos a encontrar muchos recuerdos, y también muchos elementos que nos ligan al presente. Nos vamos a encontrar una narración que trata de tender puentes entre distintas épocas y entre distintos autores. Nos vamos a encontrar a unas mujeres divertidas, que nos van a hacer reír pero que espero que también nos conmuevan, y muchas imágenes y elementos que aparentemente no tienen nada que ver con la literatura, aunque después se revela que sí. Y nos vamos a encontrar caballos, abejas, vampiros y a Robin Hood. Con todo eso, nos vamos a encontrar quizá con una reflexión sobre el poder que tiene la imaginación en nuestras vidas. 

Habla de esas mujeres divertidas. ¿Cómo fue llegar a ellas y empaparse de sus vivencias?

Son mujeres que yo conozco desde siempre porque son amigas de mi madre. Pero, una cosa que me ha gustado especialmente de la película es que el hecho de conocerlas previamente me ha servido mucho para poder dirigir las entrevistas y plantear cómo quería filmar, pero a la vez me han contado muchas historias que yo desconocía. Entre esos dos polos, la familiaridad y el descubrimiento de cosas nuevas, es donde me he movido. Y lo he disfrutado mucho.

Imaginando un mundo distópico, ¿qué cree que sería de nuestras vidas sin cine, literatura ni mujeres que dieran rienda suelta a su imaginación?

No creo que una vida sin imaginación fuera una vida humana. A la pregunta qué sería de un mundo sin libros ya nos ha respondido Ray Bradbury con Fahrenheit 451. Creo que sería un mundo triste, y al mismo tiempo pienso que la imaginación, en la medida en que es algo genuinamente humano, encontraría su sitio en otras formas de arte y en otras formas de narrar. Y también pienso que la literatura en forma de libro dentro de la historia de la humanidad es algo relativamente reciente, y creo que si no tuviéramos libros, la literatura adoptaría de nuevo una forma oral y seguiríamos contándonos historias. Y pienso eso, que en el momento en que la imaginación desaparezca, desaparecerá la Humanidad también, y ya nos habremos convertido en otra cosa.

Este largometraje tuvo su estreno internacional en Rotterdam. ¿Cómo fue la acogida?

Me gustó mucho descubrir que el cine y la literatura al final tienden puentes entre distintas culturas. Ir a proyectar una película a una sala en Holanda no es muy diferente a proyectarla aquí, porque los espectadores se ríen en los mismos momentos y comparten las mismas anécdotas. Cuando termina la proyección, ya sea con público vasco, francés o de Rotterdam, siempre hay alguien que ha tenido algún accidente con las estanterías y le apetece reírse y compartirlo con los demás. 

Además de esas risas compartidas, las localizaciones también cobran un peso importante; Bilbao, Madrid, Gipuzkoa, Navarra... ¿Qué le ha aportado cada uno de estos lugares?

Por una parte, las protagonistas viven en sitios diferentes y desplazarme me permitía entrar en las distintas casas. El paisaje también tiene un papel importante, tanto en su vinculación con lo que cuentan las protagonistas, como también para esa narración visual.

Y el futuro, ¿qué le depara?

Me gustaría seguir filmando en la misma línea de lo que he podido hacer hasta ahora, pero también filmar cosas nuevas. Espero que el cine me depare todavía nuevos proyectos y nuevas alegrías. 

Preguntas al vuelo


La realizadora María Elorza invita a continuación a explorar algunas recomendaciones culturales para disfrutar aún más si cabe en los cines de A los libros y a las mujeres canto.


- Una película o serie: Luces de la ciudad.


- Un libro: Uno podría leer un poco de Epicuro, quizá el primer canto de El infierno de Dante, podría leer un poco sobre apicultura -por ejemplo La vida de las abejas de Maurice Maeterlinck- y un poco de Robin Hood.


- Un grupo o artista: Bobby Solo


- Una canción: Se piangi, se ridi


- Un lugar de la película en el que perderse: Herculano o cualquier lugar que tenga ruinas.