Siempre existe la eterna pregunta de si el dinero puede comprar la felicidad. Ante esta cuestión, hay dos respuestas: según investigaciones recientes en la psicología y la economía: sí, el dinero puede contribuir al bienestar, pero hasta un cierto límite.
Más allá de este umbral, el impacto económico en la percepción de felicidad se reduce, dejando en evidencia que otros factores juegan un papel igual o más importante en nuestro bienestar.
La cantidad que nos hace felices
Estudios recientes afirman que existe una cifra mágica, un ingreso anual ideal que permite a las personas alcanzar una vida cómoda, cubrir necesidades básicas y disfrutar de ciertas experiencias que generan satisfacción.
En Europa, este umbral se sitúa alrededor de los 70.000 euros anuales, una cantidad que varía dependiendo del poder adquisitivo y el coste de vida en cada país.
¿Por qué 70.000 euros? Según los expertos, esta cantidad cumple con varios propósitos clave que contribuyen a la felicidad.
Cobertura de necesidades básicas
Esta cantidad permite asegurar aspectos fundamentales como la vivienda, alimentación, salud y educación, eliminando la preocupación constante por la supervivencia económica.
Acceso a ocio y experiencias
Con los gastos básicos cubiertos, el excedente puede destinarse a actividades que enriquecen la vida, como viajar, disfrutar de hobbies o socializar.
Reducción del estrés financiero
La estabilidad económica reduce el estrés asociado a la falta de recursos, mejorando la salud mental y emocional.
Sin embargo, el impacto positivo del dinero en el bienestar comienza a disminuir cuando los ingresos superan este umbral. A medida que las personas ganan más, las mejoras en su calidad de vida se vuelven marginales, y el exceso de ingresos puede incluso generar efectos adversos.
¿Más dinero, más felicidad?
Los psicólogos han descubierto que ganar cantidades muy elevadas no garantiza una mayor satisfacción. De hecho, quienes tienen ingresos muy altos suelen enfrentarse a desafíos que pueden reducir su bienestar, como mayor presión laboral, menos tiempo libre y altas expectativas personales.
Esto ocurre porque, una vez alcanzado un nivel de comodidad económica, las necesidades materiales adicionales influyen menos en la percepción de felicidad. En su lugar, entran en juego otros factores, como el tiempo libre, la calidad de las relaciones personales y la sensación de propósito en la vida.
¿Es el mismo umbral en todos los países?
El coste de vida tiene un impacto determinante en esta ecuación. En países ccomo Alemania, Francia o el Reino Unido, el umbral óptimo de ingresos se aproxima a los 70.000 euros. Sin embargo, en regiones donde la vida es más asequible, esta cifra puede ser más baja.
En lo que al Estado se refiere, los expertos estiman que un ingreso anual de entre 50.000 y 60.000 euros es suficiente para garantizar una calidad de vida cómoda y un bienestar emocional estable. Esto se debe a que los gastos básicos, como la vivienda o la alimentación, son más bajos en comparación con otros lugares.
Por otro lado, en países del este de Europa, donde el coste de vida es menor, el tope podría reducirse, ajustándose a las necesidades locales.
Más allá del dinero: los pilares de la felicidad
Aunque el dinero desempeña un papel importante, no es el único ni el más determinante en la ecuación de la felicidad. Diversos estudios en psicología subrayan que otros factores tienen un impacto más duradero y en el bienestar.
Relaciones personales
Mantener vínculos estrechos con familiares y amigos es fundamental para sentirse pleno. Las interacciones sociales generan satisfacción y actúan como un soporte emocional ante los desafíos de la vida.
Salud física y mental
Sin un cuerpo sano ni una mente equilibrada, es difícil disfrutar de los beneficios que el dinero puede ofrecer. Dedicar tiempo al cuidado personal y a la salud es fundamental para una vida feliz.
Propósito y satisfacción laboral
Sentirse realizado en el trabajo o tener un propósito claro en la vida puede superar la importancia del salario. Una vida con significado y metas personales genera un bienestar más profundo y duradero.
Reflexión final
La felicidad se encuentra en el equilibrio: tener lo suficiente para vivir cómodamente, pero también en cultivar relaciones, cuidar la salud y perseguir un propósito que dé sentido a la vida.
Porque, como bien dice el dicho popular, el dinero no puede comprar la felicidad, pero puede ayudar a crear las condiciones para encontrarla.