Mucho se ha hablado últimamente de inteligencias artificiales. En esta ocasión, y con el fin de acercarnos a ellas sin miedo, Mariano Sigman y Santiago Bilnikis presentan Artificial, un libro en el que el neurocientífico y el tecnólogo, ambos argentinos, nos ofrecen toda la información que necesitamos.
¿Cuál es la principal reflexión que nos tenemos que hacer sobre las inteligencias artificiales?
Yo creo que lo primero que tenemos que preguntarnos, que uno lo pasa de largo, es qué es la inteligencia. En última instancia, la Inteligencia Artificial es una búsqueda de entender la inteligencia humana.
¿Una extensión de sí misma?
Más que una extensión, yo creo que es una réplica. Pero cuando tú replicas algo es porque entiendes cómo funciona. La inteligencia humana hoy no la entendemos, y creo que lo primero que tenemos que preguntarnos es qué es la inteligencia en general. Digo eso porque a día de hoy no es un asunto resuelto. Yo creo que deberíamos hacer una reflexión sobre eso.
Está claro que la Inteligencia Artificial, siendo una creación humana, va a tener muchos rasgos que se asemejen a nosotros. Si comparamos la IA con el cerebro humano, ¿qué puntos en común y diferencias encontraríamos?
La Inteligencia Artificial actual está inspirada en el cerebro humano. Eso no es obligatorio. Cuando uno piensa en la IA, la primera imagen que tenemos es la inteligencia humana, y en primera instancia ese es el camino que hemos elegido. De hecho, hay redes neuronales reales, que son como las humanas, y las redes neuronales de los grandes modelos de lenguaje en términos de arquitectura se inspiran y se parecen mucho al cerebro humano. Y los dos tienen de sorprendente que una regla muy simple puede explicar cosas muy sofisticadas. Por ejemplo, Darwin descubrió hace mucho que algo que parecía tremendamente sofisticado, que es la diversidad de la vida se explicaba con una regla muy simple, que es variación y selección. Ese mecanismo que es muy simple, cuando lo extiendes en la inmensidad del tiempo, da lugar a todas estas cosas tan sofisticadas. Algo parecido pasa con el cerebro humano. Cada neurona es muy simple y se conecta con otra. Esa regla tan tremendamente simple, cuando la escalas en cerebros que tienen miles de millones de neuronas, dan lugar a cosas muy sofisticadas. Tanto las redes neuronales artificiales como las naturales se construyen sobre el mismo principio: sistemas muy simples de redes conectadas que, en una enorme capacidad de encontrar patrones, resuelven cosas donde empieza a aparecer la inteligencia.
En su libro encontramos pasado, presente y posible futuro, y nos invitan a acercarnos a las IAs sin miedo. ¿Sienten que, al menos, un poco de respeto sí deberíamos tenerles?
Mucho respeto, pero una cosa es el pánico y otra el respeto. El miedo es un sentimiento muy primario que nos protege de algunas cosas. Lo que tiene el miedo es que en situaciones muy complejas paradójicamente muchas veces se vuelve en contra nuestro. Un ejemplo que pongo mucho es que cuando vas en bici al borde de un precipicio y te da miedo, lo que haces es mirar al precipicio y te hace inclinarte hacia ahí y paradójicamente te da más probabilidades de caerte. En situaciones muy complejas, muchas veces el miedo no resuelve bien lo que pretende resolver. El miedo, en definitiva, hay momentos en los que te perjudica. Este es uno de ellos. El pánico a la IA no va a resolver nada. Lo único que nos va a hacer es estar lejos de algo que tenemos que conocer. Es muy difícil cuidarnos a nosotros y a las personas que queremos si viven en un mundo que no entendemos ni conocemos. Porque la Inteligencia Artificial, bien utilizada, es extraordinaria. Si la utilizamos para reemplazarnos, que decida lo que vemos..., ahí habremos perdido la batalla. El peor de los escenarios, que en cierta manera ya está pasando por ignorancia, es que nosotros sin enterarnos estamos cediendo todo lo que es esencial a nuestra vida, delegándolo a una Inteligencia Artificial sin darnos cuenta.
¿Qué le pide al futuro?
Al futuro no le pido, me pido a mí mismo y a mis compañeros de generación, que cultivemos un buen futuro.