Con más de 2.500 variedades de mosquitos esparcidas por todo el planeta, estas diminutas criaturas voladoras son unas de las formas de vida más mortíferas para los seres humanos por la cantidad de enfermedades que son capaces de transmitir. Su elección de víctimas parece seguir un patrón misterioso y, en muchas ocasiones, supone un quebradero de cabeza saber qué hacer para evitar sus picaduras.

En primer lugar, es importante comprender que son las hembras de los mosquitos las que pican, y lo hacen en busca de proteínas y nutrientes que les ayuden en la reproducción y desarrollo de sus huevos. Por su parte, los mosquitos macho se alimentan principalmente de néctar de flores y carecen de la capacidad de picar.

¿A quiénes pican los mosquitos?

La elección de las víctimas por parte de los mosquitos se basa en una interacción compleja entre factores biológicos y químicos. Uno de los elementos clave es el ácido láctico, un compuesto presente en la piel de todos los seres humanos que les ayuda a identificar a las personas con sangre tipo O, la cual les proporciona una mejor nutrición en comparación con la sangre tipos A o B. Es decir, las personas que producen mayores cantidades de ácido láctico tienden a ser más atractivas para los mosquitos, ya que este compuesto indica la presencia de fuentes de alimento.

Asimismo, el olor corporal juega un papel crucial en la determinación de las víctimas. Cada individuo emite una combinación única de olores debido a factores genéticos, dieta y actividad microbiana en la piel. Los mosquitos tienen una habilidad extraordinaria para detectar estas sutiles diferencias olfativas y utilizan esta información para seleccionar a sus objetivos.

Aedes aegypti, conocido como el mosquito del dengue, mosquito momia o mosquito de la fiebre amarilla. Freepik

Entre los olores que más atraen a los mosquitos encontramos el ácido láctico, el ácido úrico; presente en el sudor y el amonio, que se encuentra en el sudor, la orina y otros fluidos corporales. Sin embargo, los compuestos que producen las bacterias de la piel -la microbiota natural propia de cada individuo que contribuye a tener una firma olfativa única- produce una variedad de compuestos químicos que pueden ser muy atractivos para los mosquitos, así como compuestos químicos volátiles emitidos por la piel y el aliento humano que varían en función de la dieta de la dieta de una persona, fundamentalmente.

Otro factor que no pasa desapercibido para los mosquitos es el dióxido de carbono (CO2) que emitimos al respirar. Las personas que exhalan mayores cantidades de CO2 atraen más a estos insectos, ya que este gas es una señal inequívoca de la presencia de vida y, por lo tanto, de posibles fuentes de alimento como mamíferos, aves y otros animales.

Sorprendentemente, el color de la piel también tiene influencia en la elección de las víctimas. Los mosquitos suelen sentirse atraídos por colores más oscuros, ya que estos tonos tienden a retener más calor y, en consecuencia, hacen que las personas sean más visibles para los insectos. El color de la ropa que usamos también puede jugar un papel y, en contra del primer planteamiento que hacen en razón de la piel, los tonos oscuros de ropa pueden hacer que sea más difícil para los mosquitos localizarnos, mientras que los colores más claros podrían hacer que seamos más visibles.

Sea como sea, la elección de los mosquitos a la hora de picar a unas personas y no a otras se basa en una compleja interacción de factores biológicos y químicos. No se trata de una elección personal ni de una encrucijada particular que estos pequeños voladores tienen en contra de algún sujeto con nombre y apellidos. Todo es cuestión de las señales químicas y biológicas que desprendemos.