No está claro si la sorpresa viene por descubrir que hace 4.500 años alguien tuviera parásitos en las tripas o por haber encontrado huevos de un gusano en una caca seca.

Pero el caso es que un estudio de antiguas heces halladas en Durrington Walls, un asentamiento cercano al monumento megalítico de Stonehenge, Inglaterra, ha revelado que, en el Neolítico, los habitantes de este poblado consumían órganos de ganado y se contagiaban con parásitos intestinales.

El estudio, realizado por un equipo de arqueólogos dirigido por la Universidad de Cambridge, se hizo a partir de diecinueve restos de heces antiguas, o coprolitos, encontradas en el asentamiento de Durrington Walls y conservadas durante más de 4.500 años. En cinco de esas muestras -una humano y cuatro de perro- encontraron huevos de gusano, lo que supone la primera prueba de la existencia de parásitos intestinales en el Reino Unido.

Durrington Walls era un asentamiento neolítico situado a solo 2,8 km de Stonehenge, y que data de alrededor del 2500 a.C., cuando se construyó gran parte del famoso monumento de piedra. De hecho, se cree que el lugar albergó a las personas que construyeron Stonehenge.

"Esta es la primera vez que se recuperan parásitos intestinales en la Gran Bretaña neolítica, y encontrarlos en el entorno de Stonehenge es extraordinario", resalta Piers Mitchell, autor principal del estudio e investigador del Departamento de Arqueología de Cambridge.

De hecho, se ha identificado el tipo de gusanos que infectaror a sus huespedes, ya que la forma de limón de esos huevos son característicos de gusanos capiláridos.

Lo que si ha llamado la atención es que los numerosos tipos de capiláridos que existen en el mundo infectan a gran cantidad de animales pero raras veces a humanos. En estos casos, los huevos se alojan en el hígado y no aparecen en las heces.

Por tanto, los investigadores han deducido que la persona había comido órganos de una vaca ya parasitada, posiblemente los pulmones o el hígado, que estaban crudos o poco cocinados, lo que permite que los huevos del capilárido pasen limpiamente a través del cuerpo.

Durante las excavaciones de Durrington Walls, los arqueólogos descubrieron más de 38.000 huesos de animales, además de cerámica y herramientas de piedra. Lo llamativo es que alrededor del 90% de esos restos eran de cerdo y el resto de vaca. Y dado que los gusanos capiláridos pueden infectar al ganado y a otros rumiantes, "parece que las vacas pueden haber sido la fuente más probable de los huevos del parásito".

Los análisis isotópicos de los dientes de vaca de Durrington Walls sugieren que algunas reses fueron llevadas hasta el asentamiento desde lugares como Devon o Gales (a más de cien kilómetros de distancia de Stonehenge) para un festín a gran escala.

Además de los problemas de higiene alimentaria, esta investigación ha servido para demostrar que si como parece Stonehenge era un lugar de culto, los banquetes, las fiestas y la vida en general tenían lugar en Durrignton Walls.

Por cierto, si alguien ha echado cuentas, la investigación hablaba de cinco coprolitos con parásitos y solo cuatro muestras contenían capiláridos. La quinta caca era de perro y contenía huevos de tenia de pescado, lo que indica que había comido previamente pescado de agua dulce crudo, pero, como en el yacimiento no se han encontrado otras pruebas de consumo de pescado, Mitchell cree que es probable que "el perro llegase al poblado ya infectado con el parásito".

Acompañando y pastoreando a las vacas, probablemente.