CADA día surge un nuevo programa o aplicación en el universo de Internet. Algunos productos de los que hemos escrito por aquí han terminado sus días por una desastrosa gestión, a pesar de ser ideas realmente brillantes; o son engullidos por Google, Facebook o algún fondo de inversión que busca hacer negocio y no piensa demasiado en la potencia de esas StartUps. Todavía es pronto para saber dónde puede terminar ClubHouse, una aplicación de chat de audio en directo que nace en el inicio de la pandemia, que por el momento solo funciona en los teléfonos de Apple -a la que solo puedes acceder si alguno de sus usuarios te envía una invitación-, que los expertos bursátiles valoran en mil millones de dólares y que ya tiene 6 millones de descargas.
Para entender cómo funciona podemos hacer referencia a lo que ha sido el hito que ha provocado que esta empresa esté en boca de todos. El último día de enero, Elon Musk (fundador de Tesla) anunció en su perfil de Twitter que acababa de crear una cuenta en ClubHouse y que a las diez de la noche emitiría en directo. A esa hora estuvo charlando (se trata de una red de voz, no de vídeo o texto) y entabló una conversación con los que le escuchaban en directo respondiendo a preguntas. Así de sencillo es su funcionamiento y así de complicada puede ser su sostenibilidad, ya que si los contenidos de los que se habla en sus salas no son lo suficientemente potentes o atractivos, su uso puede ir disminuyendo.
Muchas veces hemos hablado de cómo los medios tradicionales no han sabido aprovechar el canal de Internet para reinventarse. En este caso estamos hablando de algo muy parecido a reinventar la radio y, si analizamos en profundidad su funcionamiento, se da un paso más ya que permite la interacción en tiempo real con nuestros oyentes en forma de conversación. Hay una generación que no ha comprado un periódico en papel, otra que solo conoce las noticias según las cuenta Ibai Llanos en Youtube y otra que piensa que la radio solo emite música. Pero no me parece para nada descabellado pensar que tenemos en las manos un producto con el que poder llegar a una generación a la que el texto no le parece suficiente y a la que el vídeo le resulta demasiado largo. De nuevo, el audio es la estrella que ha sobrevivido a todos los augurios que certificaban su defunción cada vez que salía al mercado un invento nuevo.
El problema radica ahora en el modelo de negocio de ClubHouse. Cada día más usuarios supone mayor gasto en infraestructura, mantenimiento, servidores en la nube, más programadores y más y más gasto. Los inversores quieren ver cómo se convierte en beneficios y esto implicará pasar por algún modelo de suscripción, por lo que ya estamos escuchando hablar de convertir ClubHouse en el Netflix de los audios. La otra gran amenaza está en saber cuántas ofertas de compra estarán pasando por debajo de la mesa de sus dos fundadores o si en no mucho tiempo veremos en Instagram un botón que diga "crea tu propia sala de conversación en audio y comparte tus mejores momentos de voz añadiendo un filtro que te hará hablar como si fueras un tigre".
En mi opinión es una gran oportunidad para la radio, el único gran evento tecnológico que ha sabido aprovechar la emisión en diferido de programas o la creación de resúmenes y antologías en formato podcast. Establecer conversaciones en las que pueden intervenir los oyentes con algún tipo de moderación me suena a cómo va a ser la radio este siglo. Veremos hacia dónde va esto.