Según la revista Ethnologue, se hablan casi 7.100 lenguas en todo el planeta tierra, a las que también tendríamos que añadir la infinidad de variantes que podemos encontrar. Muchas de ellas tienen miles de años de historia y han pasado por dificultades para llegar vivas hasta nuestros días. Por otro lado, aunque sea triste e imposible de recuperar, seguro que muchos cientos de otros idiomas y dialectos únicos se han ido perdiendo por el camino. 

En España, oficialmente existen seis lenguas cooficiales: el castellano, euskera, gallego, catalán, valenciano y aranés (originario del Valle de Arán en Lérida, hablado desde el siglo XI y solo cuenta con 2.800 hablantes). Con todas estas lenguas, dialectos y diferencias entre unos y otros, se ha conseguido poner en conjunto y sintonía las reglas ortográficas y las palabras de los idiomas, o eso creíamos.

La Real Academia Española (RAE) en sus 300 años de historia, ha tenido que hacer cerca de 350 millones de correcciones ortográficas del español y aún sigue trabajando para que el idioma avance y se siga enriqueciendo. Hay una palabra que desde hace unos años se ha puesto en el punto de mira de la academia. No se podía dejar pasar mucho más tiempo sin responder a las dudas que llegan de los más allegados a esta comunidad lingüística.

Mujer leyendo un diccionario.

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Parece ser que existe una palabra que se puede pronunciar, pero que no hay manera alguna de que su escritura sea aceptada por la organización y sus expertos. Se trata del imperativo de salir con el enclítico ‘le’, osea, algo así como ‘salle’ o ‘sal-le’ (ambas mal escritas según la RAE: la primera carece de significado y en la segunda el guion no está permitido en estos casos).

La explicación está basada en los pronombres enclíticos, que van unidos como sufijo tras un verbo, un ejemplo sería 'llámame', 'cuéntame', 'muéstrame', 'déjalo', 'vístanse'...etc. Por lo tanto, la palabra 'sal-le' se podría pronunciar, pero no escribir y sería el único ejemplo de este caso, como explica la Sexta.