Un arao común apareció este martes por la mañana en la playa de Zarautz, causando bastante expectación. En un primer momento, los presentes pensaron que se trataba de un pingüino, aunque finalmente se descartó.
El animal, un pequeño ave ha aparecido en el arenal zarauztarra y ha sido recogido por técnicos municipales, que lo han trasladado al centro de recuperación de Arizmendi, gestionado por la Diputación foral, donde se examinará su estado. Según han informado fuentes del ente foral a este periódico, el ave permanecerá el tiempo necesario en este centro, dónde se analizará su estado (lo más probable es que esté herido) y se le alimentará hasta que se recupere y esté en condiciones de ser soltado.
Se trata del segundo arao común que aparece en Gipuzkoa en las últimas semanas, después de que el pasado 18 de marzo otro ejemplar fuera rescatado de aguas de la bahía de La Concha después de que un particular alertara de que se encontraba herido.
El arao común es una especie de ave caradriforme nativa de Europa. Se trata de un ave marina de cuerpo alargado, pico fino y patas en posición retrasada. El plumaje, muy denso, presenta una coloración marrón oscura en las regiones dorsales y blancuzca en las ventrales. Se trata de un ave de comportamiento similar al de las gaviotas, que nada frente a la costa en grandes masas bajo los acantilados y frente a los promontorios suelen ser vistos volando bajo y rápido. En verano, dominan las repisas de los acantilados, mientras que en invierno solo aparecen en tierra durante o después de los vendavales.
Su área de distribución se extiende por las costas europeas de Escandinavia, Islandia, Gran Bretaña e Irlanda, así como por algunas islas menores del Atlántico norte, las islas Berlengas (Portugal) y la Península Ibérica, cuya ya casi extinta población representa el límite meridional de su área de cría.
De hecho, pese a que en los años 60 había unos 3.000 ejemplares en ocho localidades de cría, en los 90 apenas quedaban diez parejas reproductoras. Galicia se convirtió en el último reducto de nidificación de esta especie. Se tenía la certeza de la presencia de tres parejas, pero tras el desastre del Prestige, el 13 de noviembre de 2002, no volvieron a anidar en la península.
Según explican desde la Diputación, es "relativamente frecuente" su presencia en nuestras costas. "Casi todos los años se despista alguno", normalmente, herido, indican.