Los bulos están a la orden del día y se han multiplicado exponencialmente con la generalización de las redes sociales, que permiten transmitir (y viralizar) informaciones falsas, ya sea por error o, en la mayoría de los casos, por intereses diversos. Y esos bulos afectan especialmente a los adolescentes, que son más propensos a creérselos, ya que están expuestos a estos contenidos con frecuencia en las redes sociales y, además, "no han tenido tiempo de formarse en cuestiones científicas".
Curso de verano 'Cazabulos'
Así lo explicaba Helena González, directora de Big Van Ciencia, la entidad de divulgación científica que organiza, junto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el curso de verano de la Universidad de Cantabria Cazabulos: a la caza de los bulos en las redes sociales.
Esta formación, realizada hace unos días en Laredo, ha dado herramientas a los educadores que trabajan con adolescentes para que puedan enseñarles a detectar bulos y fake news. Especialmente, se han centrado en el contenido audiovisual de dos de las redes sociales que más utilizan los jóvenes, TikTok e Instagram.
Detectives de las redes
El objetivo, según González, es que los propios adolescentes se conviertan en "detectives de las redes sociales", empiecen a adquirir pensamiento crítico y se conviertan en "verificadores" del contenido que consumen.
Por eso, durante el monográfico se han tratado cuestiones tales como "cómo identificar la fuente hasta el conflicto de intereses, cómo buscar referencias, cómo contrastar contenido o cómo buscar en páginas fact-checkers", esto es, webs de comprobación que contrastan si los contenidos son falsos o no.
La experta hacía hincapié en la importancia de verificar quién emite los contenidos y la formación que tienen esas personas sobre el tema del que hablan. Además, daba otra pista para identificar los bulos: el lenguaje utilizado es mucho más "emocional". "La gente que está divulgando ese bulo da siempre ejemplos de una única persona o se ponen a sí mismos de ejemplo, pero muy pocas veces dan datos contrastados", apuntaba.
La ciencia no se escapa de los bulos
González incidía en que, "lamentablemente, la ciencia no se escapa de los bulos". Y son precisamente los adolescentes los más expuestos a ellos. "Hay bulos que calan mucho, bulos que pueden ser hasta bromas que hacen creadores de contenido por TikTok como, por ejemplo, juntar un plátano y un kiwi para que te salga un plátano-kiwi o cosas así. Pueden parecer bromas, pero no dejan de confundir y de generar desinformación en redes sociales".
Las noticias falsas son especialmente preocupantes en el ámbito de la salud. González recordaba que los adolescentes "están muy preocupados por su imagen" y esto les hace más vulnerables frente a bulos como "remedios para adelgazar, para tener más músculo o para aclararte los ojos o el pelo".
Estas desinformaciones son peligrosas y "pueden ir directamente en contra de su propia salud y de su propio bienestar". Por eso, recordaba la importancia de que los educadores trabajen con ellos desde las aulas y les guíen para que desarrollen habilidades críticas para discernir entre informaciones fiables y engaños virales.