Los científicos de la Universidad de Cambridge y del University College London (UCL), en Reino Unido, han desarrollado un nuevo tipo de piel electrónica que brinda a los robots la capacidad de sentir diversas sensaciones táctiles, como cambios de temperaturas, pinchazos, raspones e incluso la sensación de ser golpeado. Se trata de un material único, asequible y duradero, que puede fundirse y moldearse en formas complejas acercando la percepción robótica al sentido del tacto humano. En este contexto, esta tecnología abre las posibilidades para aplicaciones futuras en humanos, en el que el sentido del tacto es vital. Además, la piel robótica puede ser útil en operaciones de rescate durante catástrofes.

Cómo funciona la piel electrónica

La piel electrónica o robótica requiere diferentes tipos de sensores para los tipos de contacto, como detectar la presión, la temperatura y más. El nuevo desarrollo utiliza un tipo de sensor que reacciona de manera diferente según el tipo de contacto, lo que se conoce como detección multimodal. A diferencia de otras soluciones, esta piel electrónica es, en su totalidad, un sensor. Este invento se acerca más al propio sistema sensorial humano. Para desarrollarla, los investigadores fundieron un hidrogel a base de gelatina suave, elástico y conductor de electricidad, y le dieron forma de mano humana. Luego, los especialistas probaron diferentes configuraciones de electrodos para determinar cuál proporcionaba la información más sutil  sobre los distintos tipos de tacto.

Sensibilidad comprobada

Los investigadores aclaran que la piel robótica reconoce al menos cinco tipos distintos de estímulos: contacto humano, cortes, apuñalamiento, pulsaciones y variaciones de temperatura. Este experimento realizado se realizó con el objetivo de comprobar la versatilidad en posibles campos de aplicación, que podrían abarcar desde diseñar una prótesis con sensibilidad táctil para que los robots interactúen de forma segura con las personas 

Entrenada con IA

Los investigadores utilizaron datos recopilados de las pruebas para entrenar un modelo de aprendizaje automático, de modo que la mano pudiera reconocer el significado de los distintos tipos de contacto. No obstante, los científicos aún reconocen que no han alcanzado el nivel en que la piel robótica se iguale a la de la piel humana.