La cuarta etapa de Dusko Ivanovic al frente del Baskonia no podía comenzar de otra manera que con una heroica victoria. El conjunto vitoriano desplegó el indistinguible sello del técnico montenegrino desde el pitido inicial y, como si de unos perros de presa se tratase, los jugadores azulgranas dieron la vuelta al partido cuando el Partizan se encontraba cerca de hundir al anfitrión.

La victoria llegó después de un último cuarto titánico por parte de los guerreros elegidos por Dusko Ivanovic. El equipo apretó los dientes tras un tercer cuarto que resultó ser fatídico con un parcial de 15-24 y, en una actuación que define el auténtico ‘carácter baskonia’, el conjunto vitoriano logró su ansiado segundo triunfo en Euroliga.

Carácter y orgullo a partes iguales. Eso fue el Baskonia esta noche. Con un resultado de ocho puntos por debajo, los de Ivanovic no dieron su brazo a torcer y apretaron filas hasta cosechar una victoria balsámica. No tanto para la clasificación, sino para reflotar el estado anímico de un equipo que hasta hace escasos días navegaba cariacontecido.

Actuación destacada

En una victoria coral como la de anoche es complicado destacar la actuación particular de algún jugador, pero quien dio el do de pecho tras la llegada de Ivanovic fue Miller-McIntyre. El director de juego vivió su mejor noche como baskonista en el triunfo ante el Partizan.

Anotó nueve puntos y volvió a estar errático desde la línea del triple, pero sus cualidades defensivas fueron determinantes para certificar la victoria. Repartió ocho asistencias, se hizo con ocho rebotes y, además, logró una recuperación clave para derrotar al aguerrido conjunto de Obradovic.

Otra irrupción decisiva la protagonizó Markus Howard, quien se echó el equipo a sus espaldas durante la reacción del último cuarto. Su anotación exterior en el momento clave del partido dio alas a un equipo que estuvo cerca del abismo, pero que no se hundió pese a la adversidad.

En un contexto de partido en el que se necesitaba una reacción por parte del equipo con tal de no revivir los fantasmas del pasado, Dusko Ivanovic tuvo a su servicio a una remesa de jugadores como Moneke y Sedekerskis que elevaron el tono físico hasta lo más alto. El Partizan no encontró la manera de anotar, pues el Baskonia no escatimó en los esfuerzos y creció a base del trabajo en el rebote y en salir airoso de las segundas jugadas.

El guión del partido, además, demostró a la perfección lo que Ivanovic significa para el Baskonia. Cuando el partido parecía desembocar en una cruda derrota, el Baskonia puso sobre la mesa el carácter y la solidaridad defensiva, dos sellos indistinguibles en el técnico montenegrino.