Serge Ibaka será mañana uno de los principales quebraderos de cabeza para el Baskonia, que deberá apañárselas para frenar el poderío físico de un jugador que, pese a tener ya 34 años, mantiene las condiciones necesarias para ser un pívot dominante en la Euroliga. El jugador con nacionalidad española está entrando en el tramo final de su carrera deportiva y, tras un exitoso periplo de 14 años en la NBA, el pívot con nacionalidad española ha apostado por seguir sintiéndose importante y competir al máximo nivel posible con su regreso a Europa de la mano del Bayern de Múnich.
No será esta la primera vez en la que Ibaka compita en la Euroliga, algo que ya hizo en la temporada 2011-12 durante el lockout de la NBA, en los que defendió la camiseta del Real Madrid para mantener el ritmo competitivo. En ese periodo coincidió precisamente con el gasteiztarra Pablo Laso, que ha sido la principal razón por la que Ibaka ha desestimado otras ofertas y ha fichado por el Bayern. “Pablo Laso es un gran entrenador y una gran persona, y a la altura en la que se encuentra mi carrera, para mí es importante trabajar con buenas personas”, aseguró el interior tras confirmarse su llegada a Múnich.
Lo que está claro es que la adaptación no será un problema para él, no solo por la presencia de Laso y su experiencia previa en el baloncesto europeo, sino porque a lo largo de su carrera ha demostrado ser un jugador camaleónico con capacidad para rendir en cualquier contexto. No en vano, Ibaka jugó con cinco franquicias diferentes a lo largo de su aventura en Estados Unidos, con distintos roles y responsabilidades.
Grandes números y un anillo
Sus años de mejor rendimiento fueron posiblemente los de las siete campañas que pasó en los Oklahoma City Thunder, equipo que lo seleccionó en el Draft de 2008, cuando todavía se denominaba Seattle Supersonics, y lo fichó en 2009 tras un año en Manresa. Allí se destapó como una bestia física en el puesto de cuatro, capaz de realizar mates –llegó a participar en el concurso– y tapones espectaculares, complementándose a las mil maravillas con su amigo Kevin Durant y Russell Westbrook. Eso sí, tuvieron la mala suerte de coincidir con los Heat de LeBron James y los Warriors de Stephen Curry y nunca lograron el anillo.
Tras un breve paso por los Orlando Magic, fichó por los Toronto Raptors en 2016, franquicia en la que, pese a haber perdido algo de explosividad en sus muelles, se las arregló para seguir siendo importante como sexto hombre entrando desde el banquillo e incorporó a su juego el arma del triple, adaptándose a los nuevos tiempos. Allí logró, junto a su compañero de selección Marc Gasol, el deseado anillo de campeón en 2019, en lo que fue el cénit de su carrera.
La temporada siguiente llegaron los problemas físicos, especialmente en sus tobillos y en las rodillas, y en 2020 fichó por Los Angeles Clippers, donde superado ya en potencia por los grandes atletas de la NBA, se convirtió más en un interior abierto e incluso una alternativa en el cinco en quintetos pequeños, rol que también tuvo en su última etapa en Milwaukee, donde su protagonismo fue cayendo hasta tomar la decisión de volver a Europa.
Ahora, de regreso a la Euroliga y sin tanto portento físico a su alrededor, vuelve a destacar por su potencia y está siendo el pívot principal del Bayern, donde, a pesar de medir más sus esfuerzos que antaño, acumula 15 rebotes y 5 tapones en dos jornadas. El Buesa Arena presenciará mañana a las 20.30 horas la nueva versión del interior congoleño, todo un lujo. Está por ver si está será su última actualización o volverá a reinventarse en el futuro.