Aunque sus números esta temporada estén siendo de jugador de máximo nivel de la Euroliga, Darius Thompson no está entre los hombres más mediáticos del torneo, quizá por su carácter más silencioso o porque no es alguien a quien le guste prodigarse en exceso en los medios y redes sociales. Por ello, nunca está de más conocer algo mejor a uno de los pilares del Baskonia este curso.
¿Cómo fueron sus inicios en el mundo del baloncesto?
Mi padre era entrenador de baloncesto, así que prácticamente desde que nací he estado vinculado al deporte. Solía ir a todos los partidos que dirigía y cuando volvíamos a casa veíamos juntos el vídeo del encuentro, así que siempre estaba analizando baloncesto. De ahí viene mi amor por este deporte.
¿Por qué viste el número 13? Muchos piensan que trae mala suerte...
Pues a mí me ha traído buena suerte, ya que mi hija nació un 13 de febrero. Antes llevaba el dorsal 15, pero un año me encontré con que estaba ya cogido y lo cambié por la fecha de cumpleaños de mi hija, que acababa de nacer.
¿Con qué disfruta más, dando asistencias o anotando?
Asistiendo, sin ninguna duda. Cuando doy una asistencia hago felices a dos personas, a mí y a otro jugador. Si consigues implicar a todos los componentes del equipo es más fácil conseguir victorias. No hay mejor sensación que dar un pase, que tu compañero anote y que te señale agradeciéndote la asistencia.
¿Qué le habría gustado ser si no fuera jugador de baloncesto?
La pregunta no es qué sería, sino quién sería yo si no jugara a baloncesto... No me lo imagino. El baloncesto ha sido algo tan importante para mí que prácticamente toda mi vida y todas las relaciones que he construido han girado entorno a este deporte. No lo sé, supongo que si no me hubiera podido dedicar a esto estaría haciendo algo relacionado con las finanzas o la contabilidad.
¿Qué es lo que estudió durante su etapa en el baloncesto universitario?
Gestión deportiva.
¿Es algo a lo que le gustaría dedicarse cuando se retire?
Desde luego, me encantaría seguir ligado al mundo del baloncesto. Para mí sería un sueño poder ayudar a los niños del futuro a que disfruten de una experiencia vital como la que he tenido yo a lo largo de mi carrera. El baloncesto me ha abierto muchísimas puertas en mi vida: he podido viajar por todo el mundo, conocí a mi esposa gracias a él... Tener la oportunidad de ayudar a otros jóvenes a recorrer el mismo camino sería una bendición para mí.
“Prefiero asistir que anotar, con un pase haces felices a dos personas”
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Pasar tiempo con mi mujer y con mi hija en casa y viajar a Estados Unidos siempre que puedo para estar con mis sobrinos y mis sobrinas. La familia es algo importantísimo para mí.
Ahora que conoce bien Vitoria-Gasteiz, dígame algo que le guste y que le desagrade de la ciudad.
Me encantan los aficionados y lo implicados que están con el equipo y con el baloncesto en general. La gente en Vitoria es muy abierta y tanto a mí como a mi familia nos han tratado con mucho respeto y aceptación desde que llegamos. Lo único que cambiaría de la ciudad es el clima, ojalá no hiciera tanto frío en invierno. Por lo demás, no tengo ninguna queja.
¿Qué es lo que más echa de menos de su vida en otros países?
Una de las cosas que echo en falta es poder estar más cerca de mi familia y ver a mis padres en la grada cuando juego, eso es algo que yo creo que todos los jugadores que cruzamos el mar en una u otra dirección echamos de menos. En cuanto a los demás países en los que he estado, le diría que la comida italiana. Es cierto que mi mujer me suele preparar platos de allí, así que no la echo tanto en falta (risas), pero aun y todo me encanta su gastronomía.
¿Cuál diría que es su rincón favorito en Vitoria?
Esa es fácil: el Buesa Arena. Es el que me da más alegrías.