La décima victoria consecutiva llegó con cierto suspense y un sufrimiento mayor del esperado. A la postre, nadie es capaz de detener la locomotora azulgrana, capaz de ganar mediante un derechazo a la mandíbula del rival en sus grandes noches y también de recurrir a su oficio en canchas inflamadas donde se encuentra toda clase de emboscadas.

El Baskonia dejó reservado este martes el billete virtual para la Copa en Lugo tras un partido de fuertes emociones y máxima exigencia. El Río Breogán, que parecía rendido a la evidencia en la primera mitad tras verse 16 puntos abajo, resurgió de sus cenizas gracias al dominio interior de Arteaga.

Sin embargo, la escuadra vitoriana recuperó el pulso a tiempo y dejó claros los sobresalientes poderes de una plantilla que perdió por el camino a Marinkovic por una infantil expulsión pero en la que esta vez se reivindicaron unos notables Hommes, Kurucs, Sedekerskis o Kotsar. Todos ellos capitaneados por supuesto por el gran mariscal Thompson, un base con el frac puesto en cada partido y por el que siempre merece pagar una entrada.  

Peñarroya reservó a Howard en el Pazo Provincial dos Deportes debido a sus consabidas molestias lumbares, pero el Baskonia siguió a lo suyo. Es decir, comportándose como un rodillo y estirando una de las rachas ganadoras más conmovedoras de los últimos tiempos.

Porque, con independencia de las bajas o puntuales bajos momentos de forma de algún integrante, el equipo vitoriano atesora innumerables recursos y pólvora suficiente en su plantilla para dominar los partidos con puño de hierro. En tierras lucenses, sin embargo, se topó con la feroz resistencia de un Río Breogán que le llevó al límite tras su reacción del tercer cuarto, donde anotó 30 puntos.

Como viene siendo la tónica desde casi el inicio de la temporada, el Baskonia amenazó con dejar encaminada la victoria en el cuarto inaugural. Sin embargo, una pájara tras el intermedio complicó sobremanera el objetivo final antes de que los hombres de Peñarroya volvieran a imponer la lógica en el epílogo.

Al margen de la precisión en los tiros abiertos, con mención especial para Kurucs –titular en ausencia de Howard–, el Baskonia volvió a ser un equipo volcánico en todas las facetas durante la primera mitad. La conexión entre un brillante Thompson y Enoch, los cortes a canasta de Hommes y los destellos de otras piezas siempre comprometidas como Sedekerskis también permitieron abrir un socavón en las filas del Río Breogán, cuyas plácidas suspensiones se veían repelidas continuamente por el aro.

Ante el aplastante dominio visitante (18-34), Mrsic plantó a los suyos en una zona 1-2-2 que por momentos frenó el elevado ritmo anotador del Baskonia. Tras el descanso, el Baskonia perdió rigor atrás y vio cómo su jugosa renta se venía abajo a las primeras de cambio tras encajar un parcial de 10-2.

El partido se calentó tras un rifirrafe entre Bamforth y Marinkovic del que salió perjudicado el Baskonia. Dos técnicas casi seguidas al serbio, la segunda por dedicar un triple al estadounidense en su cara, le borraron del encuentro de forma prematura.

El Río Breogán metió el miedo en el cuerpo pese a la espectacular aparición de Hommes, el sostén anotador azulgrana en el tercer cuarto. Y lo hizo con un protagonista inesperado como Arteaga, empeñado en resucitar las carencias defensivas de Enoch. El poste conquense se hinchó a anotar en las cercanías del aro y rubricó números de internacional.

El partido se encaminaba hacia un cara o cruz, pero el Baskonia demostró entonces su solidez. Thompson se echó el equipo a la espalda en el último cuarto con la maestría que le caracteriza. Su influencia fue capital a la hora de contener la efervescencia lucense. Siempre tomó decisiones sensatas a la hora de anotar y repartir juego, siendo Kotsar el principal beneficiado.

El Breogán entró rápidamente en el bonus gracias a las faltas provocadas por el estonio, muy participativo en el tramo de la verdad y con un poderoso cuerpo sin antídotos en el anfitrión. Por si ello no fuera suficiente, Kurucs y Tadas también alzaron la voz para silenciar el Pazo Provincial dos Deportes, que a la postre debió rendirse a la evidencia.