Devastador de principio a fin. Una inclemente máquina de triturar rivales al calor de su afición. El Cazoo Baskonia está empezando a malacostumbrar a su afición. Son ya varios los partidos en los que el equipo vitoriano arrasa a su rival de turno a las primeras de cambio y a continuación, casi con el freno de mano puesto y con los elementos de la segunda unidad en pista, decide ahorrar energías sin que la contundencia del marcador se resienta lo más mínimo.

La visita del UCAM Murcia volvió a ser un visto y no visto porque los hombres de Sito Alonso –el extécnico azulgrana vivió una tormentosa celebración de cumpleaños en la que fuera su casa– ni siquiera resistieron algunos minutos las salvajes embestidas alavesas. Otra sesión reconfortante de baloncesto de un equipo, el vitoriano, que sigue disparando su cotización cada día que pasa, divierte a los suyos como pocas veces en los últimos tiempos y presenta unas magníficas hechuras a los mandos de Joan Peñarroya. Su billete para la Copa del Rey de Badalona ya no corre peligro.

Nadie tose al Baskonia en un Buesa Arena que volvió a ser testigo de otra victoria incontestable, de esas que muestras bien a las claras el potencial de un grupo sin límites si mantiene este nivel de juego. La última víctima del tradicional vendaval local fue el Murcia, ya inferior de por sí a los alaveses y cuyas sensibles ausencias le dejaron prácticamente herido de muerte antes del salto inicial.

Para cuando algún rezagado ocupó su butaca en el recinto de Zurbano, el partido había adquirido una aplastante tonalidad azulgrana. El 29-12 con que se saldó el primer cuarto fue premonitorio de la hegemonía alavesa en una tarde con escasas gotas de incertidumbre. Y es que fue un choque muy desigual entre dos equipos muy desequilibrados en cuanto a talento, velocidad en la ejecución de los sistemas, fondo de armario y cualquier apartado estadístico.

El Baskonia prolongó su dulce momento en una sesión de baño y masaje. Otra actuación repleta de profesionalidad de un grupo en el que varios jugadores siguen tocados por una varita mágica y van sobrados de confianza. El francotirador Hommes acaparó de entrada muchos flashes con una precisión letal desde la larga distancia y una increíble variedad de recursos para anotar, pero otras piezas de Peñarroya, con mención especial para un voraz Costello, no se quedaron a la zaga a la hora de reivindicarse.

En la política de descansos llevada a cabo por el técnico catalán desde el arranque del curso, esta vez le tocó ver los toros desde la barrera a Kotsar. En su ausencia, fue el poste de Michigan quien más lució sus cualidades ante un rival de lo más tibio que se desangró en todas las zonas del campo y donde un viejo conocido como Ilimane pasó con más pena que gloria. Giedraitis también recordó por momentos al alero de gatillo fácil de su primera etapa en Vitoria con una carta de tiro ciertamente demoledora.

Otro triunfo coral

El equipo vitoriano no solo conserva una pólvora devastadora para desfigurar el rostro de sus rivales sino que también ha dado un paso al frente en su asignatura pendiente de esta campaña: la defensa. Merced a una gran actividad de piernas y metiendo manos en todos los lugares de la pista, algo que posibilitó numerosas recuperaciones con Henry como maestro de ceremonias, sacó de la pista al Murcia con serios problemas en el puesto de cuatro y obligado a reciclar en dicha posición a James Anderson. Tan solo Trice lideró a duras penas los únicos conatos de rebelión en las filas visitantes.

El encuentro volvió a ser propicio para que Peñarroya luciera fondo de armario y dosificara esfuerzos. El técnico catalán ni siquiera precisó una versión aseada de Thompson o Howard, más apagados que de costumbre y que apenas miraron el aro pimentonero. Su momento ya llegará, a buen seguro, en refriegas de mayor voltaje, aunque el base con pasaporte italiano tampoco renunció a erigirse en una notable fuente de alimentación.

El Baskonia descargó el diluvio universal sobre el Murcia, algo que no encajó demasiado bien un sospechoso habitual como Sadiel Rojas. El alero dominicano puso la nota discordante de la tarde y pagó su frustración con unos gestos a la afición azulgrana que no venían a cuento.