El Baskonia supo bajar al barro en Miribilla para reencontrarse de nuevo con un triunfo balsámico. En un derbi de alto voltaje donde Howard y Kyser casi llegan a las manos –por fortuna la sangre no llegó al río pese a que el pívot local agredió sin miramientos al base tras colocarle previamente un tapón–, el equipo vitoriano encontró un tesoro de un valor incalculable gracias a su cambio de piel. Esta vez no ganó gracias a las dentelladas ofensivas ni la pegada triplista sino básicamente a su espíritu destajista y el sacrificio atrás.

El Baskonia demostró en tierras vizcaínas que también sabe ganar con el buzo. Hay días como ayer en los que será imprescindible colocarse el mono de trabajo y en el derbi supo interpretar las necesidades de un partido incómodo y áspero a más no poder en el que tuvo que remontar 14 puntos.

Dado que la noche no estaba para excesivas florituras, Peñarroya apostó por los jugadores más propicios para endurecer el juego y hacer más difícil la vida al Bilbao Basket. El técnico catalán se jugó la baza de la dupla interior integrada por Tadas y Costello, capaces de dar estabilidad a un Baskonia con sangre en los ojos en el tramo de la verdad y que no acusó la ausencia de Howard.

Nadie se acordó del estadounidense, básicamente porque Marinkovic mostró un nivel de predisposición al esfuerzo que durante la pasada campaña brilló por su ausencia. A la hora de la verdad, también emergió Henry con varias recuperaciones providenciales y, sobre todo, una intensidad que contagió al resto.

El Baskonia, eso sí, tardó en hacer acto de presencia en Miribilla. Como si aún no se hubiese repuesto del varapalo encajado en el Astroballe, la escuadra vitoriana tendió una alfombra roja para el lucimiento vizcaíno durante casi un cuarto y medio. El Bilbao Basket, sostenido por su soberbio acierto desde el 6,75 tras hacer diana en seis de sus siete primeros triples, puso tierra de por medio con un preocupante 34-20.

Entonces llegó el toque de corneta azulgrana. Sonó por fin el despertador para un Baskonia que irrumpió en la velada con una determinación devastadora. Un parcial de 2-22 cambió por completo el decorado de los acontecimientos. Costello y Thompson reanimaron a un Baskonia que subió varias marchas el ritmo del partido y aprovechó por momentos los constantes errores locales desde la línea de personal.

Sin embargo, tras el amago de tangana que desembocó en la descalificación de Raieste y Kurucs por invadir la pista para intentar apaciguar los ánimos, el Baskonia impuso su ley con relativa facilidad. Un buen triunfo, a la postre, para consolidar la posición en la zona noble de la ACB y recuperar los buenos hábitos tras la noche negra vivida en tierras galas.

El equipo vitoriano está concebido para correr e imprimir un ritmo elevado, pero ayer quedó claro que la solvencia defensiva será lo que marque su techo en esta campaña.