La selección española de baloncesto logró el pasado domingo su éxito más inesperado al conseguir alzar el título de campeón del Eurobaket cuando en ningún momento desde que comenzó el torneo, ni siquiera una vez alcanzada la final, partía como favorito al título. Sin los héroes de las anteriores hazañas, algunos retirados y otros, como Ricky Rubio o Sergio Llull, ausentes por lesión, España se ha impuesto en el Eurobasket de las estrellas (Doncic, Antetokounmpo, Jokic, Gobert, Fournier, Schroder, Sabonis, Bogdanovic, etc.) sin contar con una en sus filas. Bueno, tal vez sí que tenía una estrella, pero no sobre el parqué, sino en el banquillo: Sergio Scariolo.

El seleccionador italiano, convertido ya en héroe nacional pero en un país varios kilómetros al oeste de su Brescia natal, ha demostrado que tener al mejor entrenador es tanto o más importante en un torneo de selecciones que contar con los mejores jugadores. Y es que todas las decisiones que ha ido tomando han resultado ser un acierto, desde su fijación por conseguir la nacionalización del base Lorenzo Brown, que ha terminado siendo clave en la consecución del oro y se ha colado en el mejor quinteto del torneo, hasta el planteamiento del encuentro decisivo contra la todopoderosa Francia.

En un terreno en el que las aptitudes de entrenadores como Svetislav Pesic (Serbia), Aleksander Sekulic (Eslovenia), Kazys Maksvytis (Lituania) o Vincent Collet (Francia) han quedado en entredicho tras no cumplir con las expectativas generadas por sus planteles, el exbaskonista ha logrado exprimir al máximo sus recursos y demostrar que todos los logros cosechados durante sus dos etapas al mando de la selección española (2009-2012 y 2015-2022) no son solo el resultado de contar con una generación brillante de jugadores. Cuatro oros y un bronce europeo, una plata y un bronce en los Juegos Olímpicos y un oro mundialista figuran en su excepcional palmarés.

Un trabajador metódico

En el Eurobasket Scariolo ha dado una lección de cómo preparar los partidos digna de analizarse en las aulas donde se imparten los cursos de entrenador. La selección ha vuelto locos a sus rivales con una gran riqueza de sistemas defensivos con los que ha conseguido anular a sus grandes estrellas. Marcajes al hombre, defensas zonales, situaciones de caja y uno contra Schroder y Fournier, defensas dobles... Y todo durante el mismo encuentro, sorprendiendo una y otra vez al contrario. Que se lo pregunten a Gobert, desquiciado ante la propuesta de Scariolo. España le forzó a recibir el balón liberado pero lejos del aro en ataque y a defender fuera de su zona de influencia atrás. El técnico dio unas instrucciones y sus jugadores, que tienen una fe ciega en él, las cumplieron a rajatabla.

Claro que una buena defensa no se consigue solo mediante la pizarra. También es necesario actitud e implicación, algo que nunca falta en los equipos entrenados por el italiano. La intensidad defensiva del conjunto español, con mención especial para el perro de presa Alberto Díaz, que entró en la lista definitiva sobre la bocina y ha terminado siendo clave con marcajes como el desplegado sobre Schroder en la semifinal, el físico protector del aro Usman Garuba o el veterano Rudy Fernández, que ha contagiado su garra y su mentalidad competitiva al resto de piezas del equipo.

Si la asfixiante defensa, además, va acompañada de un ataque efectivo, fluido, vistoso y con distintas alternativas, la selección se convierte en un equipo muy difícil de superar. Willy Hernangómez y Pradilla con sus bailes en la pintura, Lorenzo Brown y Brizuela con sus creativas penetraciones hacia el aro, Juancho Hernangómez, Rudy, Jaime Fernández y Alberto Díaz amenazando desde el perímetro... Scariolo ha conseguido implicar a prácticamente toda la plantilla, a pesar de la inexperiencia de gran parte de los convocados en este tipo de torneos y su escaso protagonismo en los clubes en los que militan.

Un tropiezo sin trascendencia

En definitiva, el técnico italiano ha solventado con matrícula de honor el que posiblemente haya sido su mayor reto hasta ahora como seleccionador español. Las dudas que generó en su segunda etapa en el Baskonia en la temporada 2013-14, de desagradable recuerdo para los aficionados azulgranas, quedan ya como una insignificante mancha en la carrera de Scariolo, y es que aquella fue una campaña extraña por condicionantes como el sonado fracaso del fichaje de Lamar Odom o el bajo rendimiento de Jelinek, de quien se esperaba más al haber llegado para suplir la baja de Oleson el curso anterior. 

Tras aquella mala experiencia, regresó a la selección española y fichó como técnico asistente de los Toronto Raptors, donde también dejó su sello al ser partícipe del primer y hasta ahora único anillo de la franquicia en 2019. Aunque su categoría está de sobra demostrada, este curso intentará dejar su impronta también en la Euroliga y recuperar el esplendor de la Virtus Bologna, con la que se proclamó campeón de la Eurocup el curso pasado. Lo que es indudable es que, bajo el mando del seleccionador, el cuadro italiano competirá contra cualquier rival, por muy poderoso que sea.