Las malas dinámicas colectivas siempre tienen daños colaterales que afectan al rendimiento individual de cualquier jugador. Cuando un engranaje no funciona como debiera, siempre termina por resentirse prácticamente todo.
Nadie es ajeno a las dudas generadas por la falta de química y automatismos en cualquier grupo sin los resultados soñados. En el caso del Baskonia, por ejemplo, no es casualidad que piezas sobre las que había depositadas grandes esperanzas estén rindiendo muy por debajo de lo esperado desde el arranque de la temporada.
El blanco de las iras suele ser casi siempre un Wade Baldwin que, con sus imperfecciones, viene de ser decisivo en el angustioso triunfo del domingo en San Pablo ante el Real Betis. Sin embargo, la discreta aportación del fichaje estrella de cara a este ejercicio está dejando en un segundo plano la imperiosa necesidad de que otros jugadores en manos de Neven Spahija den urgentemente un paso al frente.
Uno de ellos es, por ejemplo, Rokas Giedraitis, un sólido referente anotador durante el pasado curso que no termina de asentarse como ese elemento desestabilizador a la hora de dar un plus al Baskonia. El lituano debía ser una pieza más dañina para las defensas rivales, aunque tan solo está apareciendo con cuentagotas con unos guarismos inferiores a los de la pasada campaña. Lo peor de todo es que ha perdido ese efecto intimidatorio que hizo de él uno de los anotadores más compulsivos del Viejo Continente.
En la Euroliga, de hecho, ha pasado de promediar 12,7 a 10,8 puntos mientras que en la Liga ACB su pegada también se está resintiendo al pasar de 13,2 a 12,1. Un despliegue insuficiente para uno de los jugadores más caros de la plantilla que pareció tener casi los dos pies fuera del Buesa Arena durante el pasado verano y, que a la postre, decidió cumplir su segundo año de contrato en la capital alavesa -todavía le queda un tercero- después de que ninguna franquicia de la NBA apareciese con la propuesta ideal para hacer realidad su sueño americano.
pisarse con fontecchio
Su continuidad alteró por completo los planes de un Baskonia que ya había fichado su recambio desde semanas atrás en la figura de Simone Fontecchio y no pudo poner a disposición de Dusko Ivanovic un combo de perfil anotador y con capacidad para echar el balón al suelo.
Queda claro que, aunque puedan simultanear su presencia sobre la cancha, el lituano y el italiano se pisan en muchos momentos. Uno de los dos tiene que jugar fuera de su hábitat natural para que compartan pista y eso no es algo positivo. Bien con Rokas desplazado al dos -donde se ven sus débiles costuras defensivas cuando se empareja a escoltas rápidos y ágiles- o con Simone al cuatro, donde el Baskonia gana en dinamismo y amenaza exterior pero también pierde en contundencia atrás cuando el rival posee un cuatro.
Además, los problemas físicos también están haciendo un flaco favor al alero lituano en los últimos tiempos. Aquel esguince de tobillo sufrido en las postrimerías del encuentro en Murcia le obligó a perderse la gira rusa ante el Unics Kazan y el Zenit San Petersburgo. Visto lo visto, esa articulación no estuvo bien curada del todo ya que frente al Fuenlabrada también padeció la misma lesión debiendo perderse un nuevo compromiso liguero ante el Joventut.
Recientemente fue reservado ante el Bilbao Basket en el derbi vasco, lo que demuestra que Giedraitis está siendo mimado por el cuerpo médico azulgrana y no se encuentra en sus condiciones físicas ideales para poder competir. El exterior lituano es, en definitiva, uno de los jugadores con un pronunciado margen de mejora.
En la Euroliga ha pasado de promediar 12,7 a 10,8 puntos y en la ACB también anota menos de media que la temporada pasada
Sus problemas físicos en el tobillo tras los esguinces sufridos en varios partidos le están lastrando para ofrecer su mejor nivel