Tras los claros que se adivinaban con las meritorias victorias de los últimos días, regresa nuevamente el cielo encapotado sobre el Buesa Arena. No termina de coger la ansiada velocidad de crucero un Baskonia que sufrió una recaída fatal ante el Tenerife y cuyo apagón del cuarto final resultó de proporciones bíblicas con seis raquíticos puntos en dicho intervalo. La inevitable consecuencia no podía ser otra que un directo contra el mentón de un anfitrión sin fuelle fisico ni baloncesto para remediar su desplome.

Después de hacer lo más difícil en la visita del rocoso cuadro de Vidorreta y sobreponerse a un duro arranque que invitó al desasosiego, el maratoniano azulgrana perdió el rigor y se autoinmoló con una secuencia de errores difíciles de presenciar al más alto nivel. Ocho aterradores minutos sin una canasta en juego justo al poco de que Sedekerkis elevara una interesante renta al electrónico en el minuto 32 (63-56), saldados con dos pírricos tiros libres de Enoch y Costello, se tradujeron en una justa derrota ante un visitante mucho más estable y conjuntado que esta vez no vivió del célebre pick and roll de su pareja más fiable.

Huertas ha perdido frescura en sus piernas con el paso de los años y Shermadini permanece en la enfermería, pero ello no supuso obstáculo alguno para que el Tenerife destapara la inestabilidad de un Baskonia inoperante tanto al inicio como al final del choque. Sus buenos cuartos centrales resultaron insuficientes ante el empuje de un granítico rival que colapsó su ataque hasta límites insospechados.

Con la lengua fuera y una rotación muy mermada tras una semana extenuante, pero también con jugadores a años luz de lo que se espera, el Baskonia recibió el castigo merecido a su terrible parálisis ofensiva del epílogo. Un alarmante encefalograma plano que desembocó en una cascada de ataques sin ningún sentido, a lo que también se añadió una bajada de brazos generalizada en defensa que permitió a Fitipaldo y Wiltjer embocar sendos triples en los segundos de la verdad que carecieron de antídotos.

Antes de que el base uruguayo y el pistolero estadounidense se ensañaran con el aro azulgrana desde el 6,75 para colocar el 64-70 dentro del último minuto, dos alevosos errores defensivos de Giedraitis hicieron temer lo peor al Buesa Arena. El alero lituano regaló en primera instancia tres tiros libres a Salin por llegar tarde al punteo de un tiro de tres y a renglón seguido recibió una técnica por flopping tras buscar sin éxito una falta en ataque de Gamble por moverse en el bloqueo. Regalos que el Tenerife aprovechó a la perfección, si bien hubo jugadores mucho más señalados que Rokas en la derrota.

Una errática puesta en escena obligó al Baskonia a navegar contra corriente. Fue el vitoriano un grupo desbordado y sin respuestas ante el buen hacer de un Tenerife que hace tiempo ha dejado de ser la revelación liguera. Hasta trece puntos abajo (22-35) se vio un equipo tiroteado por Wiltjer, convertido en un demonio en la primera mitad (16 puntos), y con evidentes problemas para encontrar soluciones que descifraran un ataque chicharrero empeñado en explotar la búsqueda del triple.

La explosiva reacción en vísperas del intermedio, traducida en un parcial de 16-2 , permitió al Baskonia reengancharse a la pelea con mucho sufrimiento. Y es que el Tenerife marcó el tempo del encuentro durante muchos minutos gracias a unas notables disciplina táctica y circulación de balón. La estabilidad tinerfeña apenas saltó por los aires bien entrado el tercer cuarto cuando Giedraitis ajustó su fusil y martilleó el aro visitante desde una de las esquinas con una sangre fría pasmosa.

La devastadora pegada del lituano contrastó un día más con la incapacidad de Marinkovic para erigirse en un exterior mínimamente productivo. Los altibajos en el rendimiento individual de los hombres de Ivanovic fueron excesivos.

Baldwin aumentó las dudas en el timón con pérdidas inocentes y una mala lectura que echan más leña al fuego sobre su difícil adaptación al Baskonia. Costello tampoco consiguió remontar el vuelo y en su lugar Sedekerskis volvió a firmar el despliegue más incandescente bajo los tableros. En definitiva, una derrota que supone un golpe a la línea de flotación azulgrana cuando el equipo parecía haber encontrado una positiva línea de juego y resultados.